Si no cantamos a Dios es porque no estamos siendo agradecidos

Cantarle a Dios es lo mejor que nos ha podido pasar, porque cuando cantamos a Dios nuestras vidas se gozan y la tristeza no podrá entrar a nuestros corazones, porque ya Dios habita dentro de él. Por eso demos cánticos nuevos a Dios.

Seamos agradecidos, si no le has cantado a Dios, entonces empieza hacerlo porque recibirás de Dios no riqueza terrenal sino una riqueza espiritual, que te ayudará a seguir en pie de batalla. Esto porque decidiste a cantarle a Dios.

Dios es el Creador de todo hay muchas razones las cuales debemos adorarle y cantarle, invita a tu familia a cantarle a Dios, que todos alaben el nombre de nuestro Dios, que tus hijos den gloria al único Rey eterno y maravilloso, Dios es nuestro Creador.

Veamos todo lo que está a nuestro alrededor, cuando respiramos, cuando caminamos, cuando miramos al cielo y las nubes que se pasean y las aves que vuelan bajo las nubes. Todas estas cosas fueron creadas por Dios, por eso demos gloria y alabanzas, Él se las merece.

Veamos que nos dice la biblia acerca de cómo debemos alabar a Dios:

Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.
1 Crónicas 29:11

Miremos cómo empieza claramente esta cita bíblica hablando de que Dios la merece, porque la gloria no es de nadie más, sino de nuestro Dios poderoso. Todo esto merece solo a nuestro Dios grande y poderoso.

Por eso Dios reina para siempre, adoremos su Santísimo Nombre, y este versículo continúa diciendo que los cielos y la tierra le pertenecen, todo es de Él. Es por eso que también nosotros debemos postrarnos delante del Dios Todopoderoso, darle gloria, honor y alabanzas, Dios es altísimo y sublime, no nos olvidemos de Su gran poder y majestad.

Cuando una persona canta para Dios, algo sobrenatural sucede. La atmósfera cambia, el corazón se llena de paz y la presencia del Espíritu Santo empieza a obrar. Cantarle a Dios no se trata solo de entonar una melodía, sino de abrir el alma delante de Aquel que nos dio la vida. En medio del canto encontramos descanso, sanidad y dirección. Por eso la Biblia dice: “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra” (Salmos 100:1).

La alabanza tiene poder, rompe cadenas y abre puertas. Recordemos a Pablo y Silas cuando estaban encarcelados; mientras cantaban himnos a Dios, las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas cayeron. Así actúa la adoración genuina, aquella que brota del corazón agradecido. No importa si estamos pasando por pruebas o dificultades, cuando decidimos cantar a Dios en medio del dolor, demostramos que nuestra confianza está en Él y no en las circunstancias.

Además, cantar al Señor no es un acto que solo debe hacerse en la iglesia o en momentos de reunión; es un estilo de vida. Puedes alabar a Dios mientras trabajas, estudias o caminas. Cada día es una oportunidad para levantar un cántico nuevo y reconocer que Él es bueno y su misericordia es eterna. Al hacerlo, nuestro corazón se fortalece y nuestra fe crece, porque recordamos constantemente quién es el dueño de todo.

El apóstol Pablo también nos exhorta a cantar “con gracia en vuestros corazones al Señor” (Colosenses 3:16). Esto significa que nuestras canciones deben ser sinceras, llenas de gratitud y de fe. No se trata de tener una voz perfecta, sino de tener un corazón dispuesto. Dios escucha más allá del sonido; Él oye la intención con la que cantamos.

Que cada nota que salga de tus labios sea un sacrificio de amor y devoción. Canta con alegría, canta con fe, canta con esperanza. Aunque el mundo se llene de ruido, que en tu casa siempre haya una melodía que exalte al Rey de reyes. Enseña a tus hijos a cantar al Señor, porque cuando ellos aprenden a alabar a Dios desde pequeños, sus corazones se llenan de verdad y de luz.

En conclusión, cantar a Dios es un acto de obediencia, amor y gratitud. A través del canto recordamos su fidelidad, su bondad y su poder. Que nunca se apague en nosotros ese deseo de rendir adoración al Creador, porque Él habita en medio de la alabanza de su pueblo. Cada día levantemos una nueva canción al Altísimo, y que todo lo que respira alabe al Señor. ¡Aleluya!

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Él es nuestro creador, cantemos solo a Él
Oh, pueblo todos levantad en alto vuestros rostros y cantar al Creador

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