Toda mi confianza está en Dios y por eso le alabo y canto, porque Él es mi Dios grande y poderoso. Vamos, anímate y canta para Dios, Él es aquel que nos ciñe de poder y levanta nuestro espíritu cuando está abatido.
Cantaré gozoso a Dios porque Su salvación llegó a mi vida, cantaré a Dios porque siempre ha guiado mi camino, porque Él conoce todos mis pensamientos y mi corazón y mi confianza están sujetos solo a Él. Por eso invocaré su santo y glorioso nombre.
Mientras seguro estés en las manos de Dios, más deberías aferrarte a Él, con todo tu corazón, reconocer que sin Él nada puedes ser ni nada puedes hacer. Canta a Dios porque eres más que bienaventurado porque el gozo del Señor te sostiene.
Confiar en el Señor nos mantiene seguros, porque Él nos guarda bajo las alas de Su Santo Espíritu, por eso debemos cada día confiar en Dios, levanta tus manos y con gran gozo alaba y canta en el nombre del Señor, Él es maravilloso y pone un escudo protector delante de ti, por eso debes ser fiel y servir a Dios con todo tu corazón.
Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.
Salmos 28:7
Dios es fortaleza y escudo para los que en Él confían. Sea cual sea tu dificultad, no olvides que Dios es quien nos defiende y nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante, Él nos ayuda y nos da la victoria en medio de la prueba.
Cada persona que deposita su fe en Dios experimenta una seguridad que el mundo no puede ofrecer. Las riquezas, los logros o las amistades pueden fallar, pero la presencia de Dios permanece firme y constante. En momentos de angustia, cuando parece que las fuerzas se acaban, el Espíritu Santo nos recuerda que no estamos solos. Él es ese escudo que protege nuestra mente y corazón de todo temor, y nos invita a descansar en su promesa de salvación.
Por eso, cuando te sientas débil, no te rindas. Ora y eleva tu voz al cielo, confía en que Dios escucha tu clamor y responderá en el tiempo perfecto. Él no llega tarde, nunca se olvida de sus hijos. Así como David confió en medio de sus batallas, nosotros también debemos aprender a depender completamente de Dios, sabiendo que su poder se perfecciona en nuestra debilidad.
No hay nada más hermoso que alabar a Dios desde lo profundo del alma, con sinceridad, sin reservas ni apariencias. Esa alabanza sincera toca el corazón del Padre, y abre puertas de bendición. La adoración no es solo un canto o una melodía; es una expresión de amor, de gratitud y de entrega. Cuando cantas al Señor, estás declarando que confías en Él, que tu vida le pertenece y que su voluntad es buena y perfecta.
Así que, no dejes que las preocupaciones te roben la paz. Recuerda que la fe es el escudo que apaga los dardos del enemigo. Cuando te sientas desanimado, busca refugio en la oración y en la Palabra. Lee los Salmos, medita en las promesas de Dios, y verás cómo tu espíritu se renueva. Cada día es una nueva oportunidad para levantar una canción al cielo, para decir: “Señor, confío en Ti”.
Que este sea un tiempo de reflexión y entrega. Dios no te ha abandonado, Él sigue obrando en tu vida, incluso cuando no lo ves. Su amor te sostiene y su poder te levanta. Canta con gozo, confía con esperanza, y declara con tu vida que Dios es tu fortaleza, tu escudo y tu salvación eterna.
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