Cantemos a Dios con cánticos nuevos, diciendo de Él sus buenas obras para cada uno de nosotros. Él es el Dios Todopoderoso, por eso cantemos a Él de su gran poder y de la hermosa presencia que le rodea. Una canción nueva no siempre significa una melodía diferente, sino un corazón renovado, lleno de gratitud por lo que Dios ha hecho, hace y seguirá haciendo. Cuando elevamos nuestra voz, proclamamos que Él es fiel, que Su gracia ha sido suficiente y que Su misericordia nunca nos ha fallado.
Él es maravilloso; por eso cantemos de Su gran amor. Anunciemos Su poderío de día en día, exaltémosle porque solo Él merece la mejor adoración de nuestros corazones. La Biblia nos invita una y otra vez a no callar Sus maravillas, a proclamar a todas las naciones que Jehová reina, que Él es grande en medio de Su pueblo. Si nuestros labios están llenos de alabanza, nuestro corazón se fortalece y nuestra fe crece. Al cantar declaramos que no estamos solos, que dependemos de Dios y que Él es digno de recibir gloria, honra y alabanza.
A Dios cantemos salmos, porque Él es nuestro Dios grande y poderoso. Rindamos a Dios nuestra mejor alabanza, cantemos a una voz, que la tierra y todo ser creado por Él dé honra y gloria al único Dios poderoso y misericordioso. Él es el Creador de los cielos y de la tierra, y todo lo que existe le pertenece. El mar ruge, los montes se inclinan, los cielos cuentan Su gloria y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Si toda la creación le adora, ¿cuánto más nosotros que hemos sido redimidos por Su amor?
El versículo siguiente nos muestra que debemos adorar y aclamar a Dios con cánticos nuevos:
Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre;
Exaltad al que cabalga sobre los cielos.
JAH es su nombre; alegraos delante de él.
Salmos 68:4
El Salmo 68 es una secuencia de muchos otros salmos donde se repite el llamado a adorar al Señor. En sus versos, se nos recuerda que no es solo un acto ocasional, sino una práctica diaria. Los hijos de Dios no adoran solo en tiempos de fiesta o celebración, sino también en los días comunes, en los momentos difíciles y en todo tiempo. Dios merece ser adorado por toda Su creación cada día, porque Él permanece fiel.
Cantemos al Dios de nuestra salvación, demos cánticos nuevos día a día, miremos al Dios viviente. Cuando nos levantemos de nuestras camas, hagámoslo con adoración, dándole gracias por el nuevo día que nos ha permitido ver. Agradezcamos por ver salir el sol, respirar, mirar los cielos, escuchar el canto de las aves y el sonido del viento moviendo los árboles. Todo esto existe por Su Palabra; Él lo creó, lo sostiene y lo gobierna.
Por eso, todo lo creado debe exaltar a Dios con todas sus fuerzas, porque Él es el Dios que vive y reina para siempre. Que no se apague el canto en nuestros corazones. Que al caminar, trabajar, descansar y enfrentar retos, tengamos siempre una alabanza en nuestros labios. Porque Él es bueno, Su misericordia es para siempre y Su verdad por todas las generaciones. Dejemos que nuestra vida sea un salmo vivo, una melodía constante que glorifique al Rey eterno.