¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas

Algunos momentos de nuestras vidas son muy difíciles, pues pasamos por muchas situaciones familiares o fuera de nuestras familias. Recordemos que como cristianos estas luchas sólo terminarán cuando estemos en el reino de los cielos. Pero algo que nos puede ayudar a mantenernos firmes es orar al Señor y cantar alabanzas para que Dios sea glorificado, y nosotros seamos fortalecidos por Él. En medio de la tristeza, la adoración se convierte en un refugio seguro, un recordatorio de que no estamos solos y de que Dios sigue sentado en su trono cuidando de sus hijos.

Otra cosa que cada uno de nosotros debe hacer es que, cuando estemos sin ánimo o nuestro prójimo esté pasando por la misma situación, oremos por él y cantemos himnos junto a él. Cantemos alabanzas al Dios Todopoderoso. En las alabanzas hay poder, hay restauración, y a través de ellas recibimos nuevas fuerzas y ánimo para seguir caminando en medio de la adversidad. No importan los problemas, cantemos sin temor a nada, porque Dios habita en medio de las alabanzas de su pueblo.

Cantemos cada día, sin importar la hora, ni si es un día bueno o malo. Así como la oración debe estar siempre presente en nuestros labios, también las canciones de adoración deben ocupar un lugar especial en nuestro corazón. Demos gloria y honra a Dios por su gran amor, porque Él nos permite acercarnos a su presencia y levantar nuestras voces en señal de gratitud.

Veamos qué Santiago nos dice:

¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore.
¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas.

Santiago 5:13

Claramente este verso en el libro de Santiago nos habla acerca de la oración y la alabanza, dos herramientas poderosas que Dios nos ha dejado. La oración nos permite comunicarnos con nuestro amado Señor Jesús, expresarle lo que sentimos y entregar nuestras cargas. La alabanza, por otro lado, nos ayuda a levantar los ojos hacia el cielo y recordar quién es Dios, cuán grande es su poder y cuán fiel es su amor. Él es quien nos da fuerzas para continuar, porque, como bien sabemos, vendrán muchos momentos difíciles. Por eso, debemos mantener una alabanza constante en nuestra vida.

Tener alabanzas en nuestras bocas no es simplemente cantar por costumbre, sino reconocer que Dios es digno en cualquier circunstancia. Cuando adoramos, no lo hacemos porque todo está bien, sino porque Él sigue siendo Dios aunque todo a nuestro alrededor parezca derrumbarse. La adoración verdadera surge de un corazón que confía, que descansa en la voluntad del Señor y que sabe que Él es soberano.

Debemos cantar día tras día, adorar a nuestro Señor, pedirle a Dios que nos ayude y nos fortalezca para poder levantar nuestras voces. Porque cuando cantamos alabanzas, nuestro espíritu se renueva, nuestro corazón se alienta y nuestra mente se llena de paz. Es como si cada palabra cantada levantara nuestras cargas y nos acercara un poco más a la presencia de Dios. No es simplemente música, es una declaración de fe, una ofrenda agradable delante del trono del Altísimo.

Muchos hombres y mujeres de la Biblia cantaron al Señor en tiempos de angustia. David lo hizo mientras huía; Pablo y Silas cantaron himnos en la cárcel; Moisés entonó un cántico tras cruzar el mar; Ana, madre de Samuel, adoró después de años de dolor. Todos ellos comprendieron que la alabanza no depende de lo que sentimos, sino de quién es Dios.

Por eso, si estás pasando por pruebas, no te quedes callado. Ora, canta, busca al Señor. Y si alguien a tu lado está sufriendo, no lo dejes solo; acompáñalo, ora por él y eleva alabanzas junto a su vida. Tal vez no podamos cambiar la situación, pero sí podemos levantar nuestro corazón al Dios que todo lo puede. Él escucha, Él responde y Él fortalece.

Que cada día, en la tristeza o en el gozo, haya una oración en nuestros labios y un cántico en nuestro corazón. Porque Dios es digno, y porque en su presencia encontramos descanso, esperanza y vida.

...
Humillados todos delante de Dios, oh, pueblos reconozcan su poder. Canten a Dios.
En la ley de Dios me gozaré, a Él cantaré por sus maravillas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *