La inteligencia artificial (abreviado IA) es una realidad y ya forma parte de nuestras vidas, pues en los últimos días se ha estado hablando mucho de ChatGPT, la cual, a pesar de estar alineada con la ideología woke, ha demostrado servir para que profesionales de diferentes áreas realicen su tareas más rápida y eficientemente.
En efecto, la irrupción de la IA ha transformado la manera en que las personas interactúan con la tecnología. Hoy vemos cómo herramientas avanzadas, como ChatGPT, se han expandido a un ritmo impresionante, permitiendo automatizar procesos, redactar informes, analizar datos e incluso resolver tareas técnicas en cuestión de segundos. Aunque genera debate por sus posibles sesgos, no se puede negar que la IA ha cambiado radicalmente el panorama laboral, educativo y comunicacional. Muchas empresas están adoptando estas herramientas para optimizar sus recursos, lo que lleva a una revolución similar a la que produjo en su momento el Internet o los teléfonos inteligentes.
Existen muchas apps y servicios que utilizan inteligencia artificial, por ejemplo, los famosos algoritmos que usan YouTube y Google utilizan redes neuronales que supuestamente aprenden lo que el usuario necesita y en eso basan su recomendaciones y resultados de búsqueda. Hay apps de música que usan inteligencia artificial para separar instrumentos y voces. Este artículo se haría muy largo si seguimos mencionando tantas aplicaciones donde se está usando la IA actualmente.
Además de estos ejemplos, otras plataformas como Spotify, TikTok, Instagram y Netflix también basan su funcionamiento en IA. Los motores de recomendación estudian patrones de conducta, horarios de uso y preferencias del usuario para ofrecer contenido más personalizado. En áreas como la medicina, la IA se usa para detectar enfermedades en radiografías, mejorar diagnósticos y apoyar a especialistas en sus decisiones. En el sector creativo, ya existen herramientas capaces de generar imágenes, melodías o guiones en cuestión de segundos. Todo esto demuestra que la IA no es un concepto futurista, sino una tecnología presente y en constante desarrollo.
Pero la curiosidad del ser humano al parecer no tiene límites, ya que han creado una IA llamada God in a Box que usa ChatGPT para supuestamente emular una conversación con Dios utilizando WhatsApp. Funciona de la siguiente manera: En la web de God in a Box inicias sesión con tu cuenta de Google, registras tu número de teléfono, verificas tu número mediante un mensaje que te enviarán, luego haces clic en un enlace que te enviará ChatGPT por WhatsApp para finalizar tu perfil y a partir de ahí podrás conversar con la IA que pretenderá ser «Dios».
Este proyecto, que ha generado curiosidad y también controversia, pretende ofrecer respuestas “espirituales” automatizadas, lo cual abre un debate ético importante. Algunos ven este tipo de experimentos como entretenimiento o una muestra del potencial tecnológico, mientras que otros consideran que trivializa la fe o juega con temas sagrados. Más allá de las opiniones, lo cierto es que esta era digital plantea preguntas sobre los límites de la inteligencia artificial y hasta dónde debería llegar al imitar figuras religiosas o espirituales. También refleja cómo la IA está entrando en espacios íntimos y personales que antes eran impensables para una máquina.

God in a Box permite diez mensajes al mes de manera gratuita. Para mensajes ilimitados cobran nueve dólares al mes. Para evitar abusos, existe otro límite de un mensaje cada diez segundos. Ellos dicen que los mensajes no se guardan en sus servidores para proteger tu privacidad.
Esto convierte el servicio en un modelo freemium, muy similar al de otras plataformas de IA. El hecho de que incluyan límites de uso indica que buscan evitar saturación y, al mismo tiempo, incentivar el plan de pago. También se presenta como una herramienta privada, algo necesario para generar confianza en los usuarios. Aun así, cualquier servicio que usa mensajería personal siempre despierta preguntas sobre seguridad, manejo de datos y posibles riesgos de suplantación o dependencia emocional.
En la web de God in a Box no menciona nada sobre los idiomas soportados, pero como está basada en ChatGPT, es muy probable que God in a Box entienda inglés, español, francés, alemán, italiano, portugués, ruso, chino, japonés, entre otros.
Esto significa que el alcance potencial de la herramienta es global, lo que podría atraer usuarios de diferentes culturas y creencias. La IA multilingüe permite que personas de todo el mundo experimenten con este concepto sin barreras de idioma. Sin embargo, también implica una gran responsabilidad, ya que las interpretaciones religiosas varían enormemente entre comunidades y doctrinas, y una IA no puede reemplazar la guía espiritual real ni comprender completamente el significado profundo detrás de cada tradición. Aun así, este tipo de proyectos muestran hasta dónde está llegando la creatividad humana en el uso de la inteligencia artificial y cómo la tecnología continúa ampliando sus fronteras.