Con mi cántico alabaré al Señor

A veces pasamos tanto tiempo pidiéndole a Dios que venga en nuestra ayuda, que extienda Su mano poderosa sobre nuestras dificultades, que nos libre de las angustias y de los problemas que nos agobian. Pero, ¿qué sucede cuando esa ayuda divina finalmente llega? Muchas veces olvidamos agradecer. Buscamos desesperadamente la intervención del Señor, pero cuando Él actúa y nos bendice, continuamos como si nada hubiera pasado. Esa actitud revela un corazón que solo busca el beneficio y no al Benefactor. Debemos recordar que Dios no es un medio para obtener lo que deseamos, sino el fin mismo de nuestra existencia, Aquel que merece toda nuestra adoración y gratitud. Por eso, cuando el Señor responda a nuestras oraciones —y aun cuando Su respuesta sea diferente a lo que esperábamos— debemos postrarnos en reverencia y decir: “Gracias, Señor, porque Tu voluntad es perfecta y Tu amor es inagotable.”

Dios no es un Dios de maldad ni de indiferencia; en Él habita la bondad, la justicia y un amor infinito que sobrepasa todo entendimiento humano. Él nos escucha aun cuando no lo merecemos, nos perdona aun cuando fallamos, y nos sostiene cuando no tenemos fuerzas para continuar. Por eso, cada vez que experimentemos Su ayuda, nuestra respuesta debe ser la gratitud expresada en alabanza. Agradecer a Dios no es simplemente decir “gracias”, sino vivir con un corazón rendido a Él, reconociendo Su fidelidad en todas las circunstancias. Un corazón agradecido siempre encontrará motivos para cantar, aun en medio del dolor, porque sabe que cada situación está bajo el control de un Dios soberano y lleno de misericordia.

Es bueno, entonces, que día tras día cultivemos un espíritu humilde, reconociendo que todo lo que somos y tenemos viene de Dios. Humillarnos ante el Señor no es señal de debilidad, sino de sabiduría. Es reconocer que sin Él nada podemos hacer, que dependemos de Su gracia en todo momento. Cuando nos unimos a otros creyentes para adorar y agradecer al Señor, formamos un solo cuerpo que exalta Su nombre y proclama Su grandeza. Esa unidad en la adoración agrada profundamente al Padre celestial, porque Él habita en medio de las alabanzas de Su pueblo. Que nuestras oraciones no sean solo de petición, sino también de agradecimiento. Que nuestros labios canten no solo en el clamor, sino también en la victoria, porque Dios siempre está obrando, incluso cuando no lo vemos.

Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.

Salmos 28:7

Este hermoso versículo del salmo 28 nos muestra la actitud correcta del corazón que ha sido socorrido por Dios. El salmista declara con gratitud que Jehová es su fortaleza y su escudo, su protector en tiempos de adversidad. Confió en Él y fue ayudado, y como resultado, su corazón se llenó de gozo. La ayuda de Dios produce alegría genuina, no solo alivio temporal. Por eso, la reacción natural de un creyente agradecido es alabar. Cuando reconocemos la intervención divina en nuestras vidas, debemos responder con adoración, porque la alabanza es la expresión más pura de gratitud. El salmista no se quedó en silencio; su corazón rebosó de gozo y lo expresó en cántico, elevando su voz en reconocimiento al Dios que lo fortaleció y lo guardó.

Así también nosotros debemos aprender a cantar a Dios en toda circunstancia. Cada día somos sostenidos por Su poder, y aunque a veces no lo notemos, Él sigue obrando a nuestro favor. La vida está llena de pequeñas y grandes bendiciones que a menudo damos por sentadas: la salud, el aire que respiramos, la familia, el alimento, el trabajo, la paz, la fe que nos sostiene. Todo eso es fruto de la bondad divina. Por eso, no permitamos que la ingratitud apague nuestra adoración. Que cada oración, cada canto y cada acción reflejen un corazón que sabe agradecer. Cantemos al Señor con todo el alma, porque Su ayuda siempre llega a tiempo, Su misericordia se renueva cada mañana, y Su amor nos rodea por la eternidad. Amén.

Tengo paz cuando canto al Señor
Toda la tierra te adorará, Y cantará a ti; Cantarán a Tu nombre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *