Con un corazón humilde, Te alabaré y me gozaré cuando cante a Ti

Con un corazón apacible y lleno de humildad, me postraré y bendeciré Tu santo y poderoso nombre. Eres grande, Señor, y te doy gracias por Tu amor inmenso y por sostenerme cada día con Tu misericordia. En los momentos difíciles, cuando las fuerzas parecen agotarse, Tu presencia renueva mi alma y me recuerda que no estoy solo. Por eso Te alabo con alegría, porque Tu poder me inspira esperanza y paz. Cada nuevo amanecer es testimonio de Tu fidelidad, y cada respiración es un regalo que viene de Ti, mi Dios. Que toda mi vida sea una canción de gratitud ante Tu presencia.

Oh Señor, delante de Ti cantaré con gozo, porque Tú has sido mi salvación. Me has levantado de la desesperanza y me has llenado de propósito. Tú, oh Dios, te manifiestas en medio de las aflicciones; cuando el alma se siente abatida, allí estás Tú trayendo consuelo, alegría y una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. Nos haces ricos en amor, abundantes en misericordia y fuertes en fe. Aunque la tormenta ruja alrededor, Tu paz inunda el corazón de los que confían en Ti. Por eso no nos cansamos de darte gloria y honra, de proclamar que no hay nadie como Tú. Sea Tu santo nombre exaltado por los siglos de los siglos.

Alabemos a Dios con rectitud, con un corazón sincero y lleno de amor. Maravillémonos de las grandes cosas que Él ha hecho en nuestras vidas. ¿Quién como nuestro Dios? Nadie puede compararse con Aquel que creó los cielos, la tierra y todo cuanto existe. Él sostiene el universo con Su palabra y, aun así, cuida de cada uno de nosotros con ternura. Alabemos porque Sus obras son perfectas y Su poder es visible en la creación, en la historia y en nuestras propias experiencias. Cada día, Dios renueva Su misericordia y nos muestra Su fidelidad. Cuando abrimos los ojos al amanecer, podemos ver Su mano en todo: en la luz del sol, en la brisa, en la sonrisa de un ser querido y en la paz que habita en nuestro corazón.

Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón,
y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.

Salmos 28:7

El salmista declara con convicción que Jehová es su fortaleza y su escudo, y esa también debe ser nuestra confesión diaria. Cuando confiamos en el Señor, Él nos ayuda y sostiene. En momentos de debilidad, Su fuerza se perfecciona; en medio del peligro, Su protección nos rodea. Y cuando Su ayuda llega, el corazón no puede contener la alegría, sino que estalla en alabanza. El gozo del creyente nace de la certeza de que Dios no falla. Podemos descansar en Él porque Su amor es inquebrantable y Su poder es eterno. Con nuestro cántico, como dice el salmo, debemos alabarle, no solo con palabras, sino también con obras que reflejen gratitud y obediencia.

La Biblia nos enseña que Él es quien nos guarda, nos renueva y transforma nuestros corazones. Aquel corazón vacío, lleno de heridas o desesperanza, Dios lo llena de vida nueva. Lo viste de alegría, lo reviste de fe y lo adorna con esperanza. Es un milagro que podemos ver en cada persona que ha sido tocada por Su gracia. Donde antes había tristeza, ahora hay gozo; donde había culpa, ahora hay perdón; donde reinaba la duda, ahora hay confianza plena en el Señor. Por eso, alabamos a Dios por todas las obras que ha hecho en nosotros, porque no hay vida que Él no pueda restaurar ni situación que Su poder no pueda cambiar.

Cada día, somos testigos de Sus bendiciones. A veces, las más grandes no son las materiales, sino aquellas que tocan el alma: la paz en medio de la tormenta, el perdón cuando fallamos, la fortaleza cuando pensamos rendirnos. Hemos visto y palpado la bondad de nuestro Dios; Su mano nos ha sostenido aun cuando no lo merecíamos. Por eso, creamos en las palabras del salmo 28:7, y vivamos confiando plenamente en Él. Recordemos siempre que “Dios es nuestro escudo, y en Él podemos confiar”. Si depositamos nuestra fe en Su promesa, ninguna dificultad podrá robarnos el gozo ni apartarnos de Su amor. Él es nuestro refugio seguro y nuestra esperanza eterna. Dios es nuestro escudo y en Él podemos confiar.

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Cantaré al Señor porque de Él viene mi victoria
Vengo a hablarte mi Señor, abrí mi corazón para cantarte a Ti