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Oh, pueblo todos levantad en alto vuestros rostros y cantar al Creador

Debemos dar pleitesía al único y verdadero Dios, solo Él es digno de cantarle y alabar su santo nombre, su poder es inalcanzable, nadie se puede comparar con Él, Dios es único.

Rindamos honor al Dios Creador de todas las cosas, solo a Él cantemos, oh pueblos cantemos todos a una voz al Dios de nuestra salvación, al que hizo todas las cosas posibles, no dudemos en el momento de postrarnos ante nuestro Dios.

En el libro de Isaías podemos encontrar una declaración que hace el escritor de este libro, él habla acerca de la grandeza de Dios, de lo sublime y altísimo que es Él, que nadie puede alcanzar su infinito poder y majestad. Pero también podemos ver en este libro que habla sobre el consuelo a este pueblo de Sion que a veces pasaba por momentos difíciles.

El autor de este libro le dice a este pueblo las siguientes palabras:

Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.
Isaías 40:26

Por eso jóvenes, ancianos, niños, y toda su creación debemos alabar y cantar al nombre del Dios que creó todas las cosas, no temamos porque Dios está con nosotros. Dios sustentará, creamos a Dios, no dudemos porque Él creó todas estas cosas. Entonces creamos en que nada nos apagará el gozo que Él dio cada uno de nosotros. Por eso seamos gratos creamos y cantemos a Dios con todos nuestros corazones.

Día tras día reconozcamos lo poderoso y sublime que es Dios. No olvidemos que su diestra está por encima de nosotros y nos guarda cada día. Habitemos bajo su santa morada, alabemos, cantemos, bendigamos y con nuestras bocas declaremos lo impotente que es Dios en nuestras vidas. Amén.

Cuando miramos el cielo y contemplamos la inmensidad del universo, no podemos más que maravillarnos ante el poder del Creador. Cada estrella, cada planeta, cada amanecer es una muestra de su majestad. Y aunque nuestra mente humana no pueda comprender completamente la grandeza de Dios, sí podemos reconocer su presencia en todo lo que existe. Él sostiene el mundo con su palabra, y su amor es el fundamento de todo lo creado.

Debemos recordar que la adoración no es solo un canto o una oración; es una actitud de vida. Alabamos a Dios cuando actuamos con justicia, cuando ayudamos a nuestro prójimo, cuando mostramos misericordia y perdón. Todo lo que hacemos debe ser para gloria de su nombre, como nos enseña la Escritura en Colosenses 3:17: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.

El Señor es digno de toda alabanza no solo por lo que hace, sino por lo que es. Él es eterno, inmutable, justo y misericordioso. Nos ha dado la vida, nos ha perdonado y nos ha mostrado el camino de la salvación a través de Jesucristo. Esa es la razón más poderosa para cantar y exaltar su nombre con gozo. No hay tribulación que pueda apagar una adoración sincera, ni tristeza que pueda detener a un corazón agradecido.

Así como el profeta Isaías invitó a levantar los ojos al cielo, también nosotros debemos levantar nuestra mirada espiritual. No miremos los problemas, miremos al Dios que puede resolverlos. Él conoce por nombre a cada una de sus criaturas, y su poder no tiene límites. Aun en medio de la dificultad, su fuerza nos sostiene y su gracia nos renueva cada día.

Adoremos a Dios no solo en los templos, sino en todo lugar. Que nuestros hogares se conviertan en altares de adoración, que nuestras palabras reflejen su amor, y que nuestra vida sea un testimonio vivo de su fidelidad. Cuando todo en el mundo parece cambiar, Dios sigue siendo el mismo: bueno, fiel y verdadero. Por eso cantemos, no por costumbre, sino por gratitud. Que nuestras alabanzas suban como incienso agradable ante su trono.

Concluyamos recordando que fuimos creados para alabanza de su gloria. Cada día es una oportunidad para agradecerle y reconocer que sin Él nada somos. Vivamos con gozo, confiando en su poder, y mantengamos nuestros corazones en constante adoración. Porque toda la creación proclama su grandeza, y nosotros, como parte de ella, debemos unirnos a ese coro eterno que dice: ¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir! (Apocalipsis 4:8).

Si no cantamos a Dios es porque no estamos siendo agradecidos
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