Cuando vayamos a adorar a Dios, hagámoslo con rectitud y sinceridad, porque a Dios le agrada la sinceridad de sus hijos.
Si vamos dispuesto adorarle a Él, hagámoslo en su honor, porque siendo rectos en su presencia, nos ayudará cada día a estar más y más firmes, porque así podremos aprender de nuestro Dios verdadero.
Si Él es justo con nosotros y recto en todo lo que hace, entonces aprendamos de Él, porque todo lo que Él enseña no es para perjudicarnos sino para que podamos aprender nuevas cosas que nos restauran y vivificarán todo nuestro interior. Actuemos con rectitud en todo y nos será de bien en nuestro caminar.
Te alabaré con rectitud de corazón Cuando aprendiere tus justos juicios.
Salmos 119:7
A veces tenemos que ver sus juicios sobre nosotros para poder aprender a practicar las cosas que nos ayudarán en el día a día. Por eso es bueno que aprendamos todo lo que el Señor nos dice en su Palabra, que actuemos con rectitud.
Por eso debemos alabarle por sus buenas enseñanzas para con nosotros, cada día debemos rendir alabanza a nuestro Dios con amor, con rectitud de corazón, y que nosotros mismos podamos decir, «en verdad siento que pude alabar al Señor desde lo más profundo de mi alma».
Es bueno que si vas a brindar alabanza a Dios lo hagas bien y de corazón, no solo por llenar un requisito, porque Dios es Dios y merece todo lo bueno nosotros por encima de todo lo que está a nuestro alrededor y todo lo que habita en el cielo y en la tierra.
Siempre debes enfocarte en dar lo mejor de ti así como Dios lo dio todo por nosotros en la cruz del calvario, demos a Él exaltación y alabanza, al que vive para siempre, Dios grande y poderoso Él siempre será el Rey de reyes que veremos pronto y podremos adorarlo desde cerca. Él será nuestra devoción y ya no habrá problema que nos detenga de adorarle solo a Él.
La rectitud en la adoración no solo implica cantar o levantar las manos, sino tener un corazón dispuesto a obedecer. Adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24) significa acercarnos a Él con un corazón puro, dejando atrás todo orgullo, rencor o apariencia. Dios mira más allá de las palabras o melodías; Él examina la intención con la que le rendimos culto.
Cuando alabamos a Dios con sinceridad, nuestra vida empieza a cambiar. La adoración sincera transforma la mente y purifica el alma. No se trata solo de un acto emocional, sino de un estilo de vida donde todo lo que hacemos honra a Dios. La rectitud nos lleva a actuar con justicia hacia los demás, a perdonar y a ser luz en medio de la oscuridad.
El salmista entendía que conocer los juicios de Dios y obedecer su Palabra era motivo suficiente para alabarle. Así también nosotros debemos reconocer que cada enseñanza de las Escrituras tiene un propósito divino: moldear nuestro carácter y hacernos más semejantes a Cristo. Cuando aprendemos sus caminos, podemos alabar con mayor profundidad, porque entendemos quién es Él y cuánto nos ama.
Por eso, cada vez que cantes o eleves tus manos al cielo, recuerda que Dios no busca una voz perfecta, sino un corazón perfecto delante de Él. Que tu adoración sea fruto de gratitud, no de costumbre. No importa si estás en la iglesia, en casa o en silencio, lo importante es que tu corazón esté rendido ante el Creador.
En conclusión, alabar a Dios con rectitud de corazón significa hacerlo con integridad, con sinceridad, y con un espíritu dispuesto a obedecer. Que cada día podamos decir como el salmista: “Te alabaré con rectitud de corazón”. Que nuestra vida misma sea una alabanza constante a Aquel que nos dio todo, y que nuestra adoración sea el reflejo de un corazón transformado por su gracia.
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