En medio de cada proceso de la vida debemos mantener una alabanza en nuestros labios, y esa alabanza es que Dios es Todopoderoso, que en medio de las adversidades de la vida, aunque el mar está agitado sepamos que ahí en nuestra barca está Jesús para calmar la tempestad más terrible.
Muchas veces creemos que la alabanza solo debe existir cuando las cosas van bien, pero la verdadera adoración se demuestra cuando el corazón está quebrantado y aun así decide cantar. Dios se agrada del corazón contrito y humillado, de aquel que reconoce que su fuerza no proviene de sí mismo, sino del Señor que da vida y esperanza. En medio del dolor, la alabanza se convierte en un acto de fe que abre los cielos y trae consuelo al alma.
Hay unas palabras dichas por Habacuc que nos pueden consolar grandemente en este día:
17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;
18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. d Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas.
Habacuc 3:17-19
Aunque nos falte todo, aunque no hayan alimentos, aunque estemos en medio de la enfermedad, aunque estemos pasando por el proceso más terrible, aunque nos llegue lo peor de lo peor, con todo eso, nos gozaremos y nos alegraremos en el Dios de nuestra salvación.
Este pasaje nos enseña una gran lección: la fe verdadera no depende de lo que tenemos, sino de quién está con nosotros. Habacuc entendía que, aunque las circunstancias fueran desfavorables, su confianza debía permanecer en Dios. Esa misma confianza es la que hoy debemos tener, sabiendo que el Señor nunca abandona a los suyos, y que en medio de la crisis Él sigue siendo fiel.
Aunque no tengamos nada de nada, con todo eso entregamos diariamente nuestra mejor alabanza a nuestro Dios porque Él es Dios Todopoderoso y nos sostiene en cada momento de nuestras vidas.
La alabanza en medio del sufrimiento no solo fortalece nuestra fe, sino que también es un testimonio poderoso para quienes nos rodean. Cuando otros ven que seguimos adorando a pesar de las pruebas, pueden entender que el poder de Dios no depende de las circunstancias, sino de su amor inmutable. Adorar a Dios en medio del dolor es reconocer que su plan es perfecto, aunque no lo comprendamos.
Aunque tiemble el universo y se remuevan los cimientos de la tierra, aunque esta tierra se parta en dos, con todo eso, daremos gloria y honra a nuestro Dios.
Cada día tenemos la oportunidad de expresar gratitud al Señor por lo que Él ha hecho, por lo que está haciendo y por lo que hará. Aun cuando no veamos la salida, debemos recordar que Dios obra en lo invisible y prepara caminos donde parece que no los hay. Él es el Dios que calma las tormentas, que restaura lo perdido y que renueva las fuerzas de los que esperan en Él.
Te invitamos a entregar tu mejor alabanza a Dios en medio de cualquier tribulación que estés pasando. Dios es bueno y poderoso para mantenernos firmes hasta el final.
Conclusión: La vida cristiana no está exenta de pruebas, pero en medio de ellas tenemos una promesa: Dios está con nosotros. Alabar en medio de la dificultad no es negar el dolor, sino reconocer que hay un poder más grande sosteniéndonos. Así que no dejes que el miedo o la angustia apaguen tu voz; levanta tus manos y declara que Jesús es tu fortaleza. Él merece toda gloria, aún en los días más oscuros, porque Su fidelidad nunca falla.
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