No alabarán los muertos al Señor, pero los vivos darán alabanzas y cánticos

Debemos estar más que claros, cuando este verso nos habla acerca de aquellos que mueren y que ya están en silencio, estos ya no pueden alabar a Dios, no pueden mover sus manos y dar gracias a Dios. Por eso nosotros los que vivimos somos más que privilegiados porque el Señor nos ha permitido seguir viviendo y por eso es que debemos alabar y glorificar Su Santo y bendito Nombre.

Por eso todos los que hoy viven por gracia y misericordia de Dios, debemos dar alabanzas a Dios, glorificar el nombre de Dios Todopoderoso. Muchos de nosotros hemos visto que cuando una persona muere, este ya no puede hacer nada (respirar, hablar, moverse, etc). Es por eso que este verso de este capítulo nos habla acerca de aquellos que hoy murieron y que ya no pueden alabar a Dios. Por eso tú y yo que estamos vivos, alabemos a Dios con todo nuestros corazones, rindamos todo lo que somos delante de Él.

17 No alabarán los muertos a JAH,
Ni cuantos descienden al silencio;

18 Pero nosotros bendeciremos a JAH
Desde ahora y para siempre.
Aleluya.

Salmos 115:17-18

Este salmo comienza hablando de los ídolos, pero los últimos versos nos hablan de aquellos que viven, estos pueden alabar a Dios, levantar bandera y glorificar a Dios en toda Su gloria. Así que, alabemos a nuestros Dios para siempre, porque solo los que están en silencio y muertos, esos ya no pueden alabar a Dios.

Cada día que despertamos con vida es una nueva oportunidad para reconocer la grandeza de nuestro Creador. No hay mayor privilegio que tener aliento de vida y poder decir con voz firme: “Gracias, Señor, por un día más”. Mientras el corazón late, mientras aún podemos levantar nuestras manos, debemos hacerlo para alabarle. No dejemos que las preocupaciones o los problemas nos roben la alegría de adorar al Dios vivo.

Muchos desean tener una segunda oportunidad para expresar su gratitud a Dios, pero el tiempo se acaba sin avisar. Por eso, mientras estemos en esta tierra, usemos nuestras palabras, nuestros talentos y nuestras fuerzas para honrar a Aquel que nos sostiene. Cada respiración que tomamos es un recordatorio de que seguimos aquí con un propósito divino, y ese propósito incluye adorar y exaltar al Señor por Su bondad y misericordia.

No podemos esperar a que las circunstancias sean perfectas para alabar a Dios. La verdadera alabanza nace del corazón agradecido, incluso en medio de la prueba. Alabar a Dios cuando todo parece ir mal demuestra una fe viva, una confianza genuina en que Él sigue teniendo el control. Así como lo dice la Escritura, “todo lo que respira alabe a JAH” (Salmos 150:6). Si respiramos, debemos alabarle.

Reflexionemos en este pensamiento: los muertos no pueden alabar a Dios, pero tú y yo sí podemos hacerlo hoy. No dejemos pasar este día sin elevar una palabra de gratitud, sin cantar una canción de adoración o sin compartir con otros la grandeza del Señor. Que nuestras vidas sean un testimonio constante de que amamos a Dios y que reconocemos Su poder sobre todo lo que existe.

Así que levantemos nuestras voces y declaremos que nuestro Dios vive. Bendigamos Su Nombre desde ahora y para siempre, como lo enseña el salmista. Que cada día sea una oportunidad para rendirle honor, para decirle cuánto le amamos y cuán agradecidos estamos por Su fidelidad. Vivir para Dios es la mejor decisión, y mientras tengamos vida, usemos cada segundo para darle gloria al único digno de toda alabanza.

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