¿Qué significa «Su loor permanece para siempre»?

La palabra loor significa alabanza, entonces «Su loor permanece para siempre» quiere decir «Su alabanza permanece para siempre».

La alabanza al Señor es eterna, firme y constante. Todos los justos, sabios y temerosos de Dios reconocen Su grandeza y le rinden honor con palabras, acciones y corazones sinceros. Dios no solo merece nuestra adoración, sino que también la busca de aquellos que le aman y guardan Sus mandamientos. Fuimos creados para glorificarle, para exaltar Su nombre en todo momento, en la alegría y también en la tristeza.

Cuando atravesamos momentos difíciles, cuando el camino parece oscuro o incierto, Su alabanza debe seguir viva en nuestros labios. El que alaba al Señor en medio de las pruebas demuestra entendimiento y una fe profunda. Como declara el Salmo 111:10:

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre.

Este verso es una declaración poderosa: la sabiduría no comienza con el conocimiento humano, sino con el respeto reverente hacia Dios. Aquellos que viven de acuerdo a Sus estatutos experimentan una comprensión verdadera y duradera, y su vida se convierte en un cántico continuo de adoración.

Todo lo que respira alabe al Señor

No hay límite, ni condición: todo ser viviente está llamado a exaltar al Creador. Su alabanza no es solo un acto religioso, sino una expresión de amor, gratitud y reconocimiento de su poder y Su gloria.

Alabar al Señor es más que palabras; es un estilo de vida. Es reconocer cada día que todo lo que somos y tenemos proviene de Él. Que nuestras alabanzas perfumen Su trono y lleguen como un incienso agradable ante Su presencia.

También podemos reconocer que Su alabanza permanece en Él nuestro Dios padre y poderoso, elogio todas son de Él. Así como la misma palabra lo dice Sus alabanzas son eternas, nunca se acaban porque nuestro Dios vive y reina por los siglos de los siglos, es por eso que debemos tener claro que las alabanzas que elevamos hacia Él duran para siempre, Su fama, Su gloria y Su reconocimiento no tendrá fin.

Cuando meditamos en la expresión “Su loor permanece para siempre”, entendemos que no se trata de una frase poética sin profundidad, sino de una verdad espiritual que trasciende generaciones. Dios ha sido alabado desde el principio de los tiempos por patriarcas, profetas, reyes y siervos fieles, y será alabado eternamente por todo aquel que reconozca Su nombre. Ningún reino humano, ninguna figura histórica ni ningún logro terrenal ha recibido una gloria tan continua y permanente como la del Señor.

A lo largo de la Biblia, la alabanza se presenta como un arma espiritual poderosa. David, por ejemplo, venció grandes batallas con un corazón rendido en adoración. Los salmistas repetían una y otra vez que la alabanza abre puertas, transforma ambientes y fortalece al creyente. Cuando el pueblo de Israel estaba en angustia, cuando enfrentaban enemigos o cuando necesitaban dirección, elevaban cánticos al cielo y Dios respondía de maneras extraordinarias.

Hoy en día, aunque nuestros desafíos son diferentes, el principio sigue siendo el mismo: el que alaba reconoce que Dios tiene el control. En un mundo lleno de incertidumbre, donde muchos depositan su confianza en riquezas, influencias, redes sociales o logros personales, el cristiano vuelve su mirada a lo eterno y recuerda que solo Dios merece la gloria. Alabar no es una obligación pesada, sino un privilegio que nos conecta con nuestro Creador.

La alabanza también tiene un efecto profundo en nuestra vida diaria. Nos ayuda a mantener una perspectiva correcta, eleva nuestro ánimo y nos recuerda que no caminamos solos. Cuando alabamos, nuestra fe se fortalece, nuestros pensamientos se alinean con la verdad bíblica y nuestro espíritu encuentra descanso. Muchas veces, una simple canción o un momento de oración sincera puede transformar un día difícil en uno lleno de esperanza.

Además, la alabanza no solo se expresa con música; se expresa con nuestra manera de vivir. Cada acto de obediencia, cada gesto de amor, cada palabra que edifica y cada decisión que honra al Señor también es una forma de alabanza. De esta manera, nuestro testimonio se convierte en una melodía constante que exalta Su nombre. Así, nuestra vida entera puede reflejar ese “loor que permanece para siempre”.

Por eso, cada creyente debe procurar cultivar un corazón agradecido. No importa la temporada en que nos encontremos —abundancia, escasez, salud o enfermedad— siempre habrá un motivo para exaltar al Señor. Él es bueno, justo, fiel y misericordioso. Su amor no falla, Su palabra permanece y Su reino no tiene fin. Todos estos atributos nos llevan naturalmente a levantar nuestras manos y reconocer Su grandeza.

Que cada día podamos unirnos a la invitación del salmista: “Todo lo que respira alabe a Jehová”. Que nuestra vida sea un himno vivo que declare que Su gloria permanece, Su reino avanza y Su loor, verdaderamente, es eterno.

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