Tú me sostienes cuando estoy cayendo, por eso Te alabo y Te exalto Señor

Oh, hermanos en Cristo Jesús, alabemos a nuestro Dios poderoso, porque no existe otro ser tan bueno y misericordioso, que nos sostiene cuando vamos cayendo, demos alabanzas a nuestro Dios, porque es nuestro único Dios, solo Él aumenta nuestras fuerzas como el búfalo. Ese es nuestro Dios.

Confiemos hermanos en nuestro Dios, porque solo Él es quien nos sostiene todo el tiempo, Su misericordia y Su bondad nos acompañan día tras día. Que nuestras alabanzas sean dirigidas hacia nuestro Dios poderoso, seamos agradecidos delante de Dios porque Dios es bueno y nos levanta cuando no tenemos fuerzas.

1 Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
4 El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
5 El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
6 Jehová es el que hace justicia
Y derecho a todos los que padecen violencia.
Salmos 103:1-6

Este salmo fue escrito por el salmista David, por la bondad de Dios, por Su maravillosa misericordia la cual es grande e interminable. Las bendiciones que David recibía de parte de Dios eran muchas y grandes. Debemos alabar el nombre de Dios y dar gracias porque Él es quien nos sostiene cuando estamos cayendo, pero aun caigamos en el hoyo, Él nos levanta.

Por eso, nosotros los hijos de Dios, que esperamos Su promesa, día tras día somos librados cuando vamos a caer, cuando vamos cayendo y aun cuando caemos, pues Dios nos levanta, así, que, alabemos a Dios por Sus hechos maravillosos.

Cuando leemos este salmo podemos sentir la profunda gratitud que brota del corazón de David. Él no se conforma con agradecer solo con palabras, sino que invita a su alma entera a bendecir al Señor. Esta es una invitación que también debemos hacer nuestra: no olvidar ninguno de los beneficios de Dios, porque cada día Su misericordia se renueva y nos llena de esperanza. Si hoy estás de pie, es por Su gracia; si has recibido perdón, es por Su amor infinito; y si tienes fuerzas para seguir, es porque Su Espíritu te sostiene.

Cada vez que atravesamos un momento difícil, debemos recordar que el mismo Dios que levantó a David del hoyo también puede levantarnos a nosotros. No hay caída tan profunda ni tristeza tan grande que Su mano no pueda alcanzar. Él rescata nuestras vidas, nos cubre de favores y misericordias, y nos da nueva vida como las águilas que se renuevan para volar más alto. Qué hermoso es saber que contamos con un Dios que no nos abandona ni en los momentos más oscuros.

Alabar a Dios no es solo cantar o decir palabras bonitas; es reconocer Su poder en medio de nuestras luchas, es confiar en que aunque todo parezca perdido, Él sigue obrando. Cuando levantamos nuestras voces en adoración, el alma se fortalece, el corazón se llena de paz y nuestra fe crece. Por eso la alabanza es una de las armas más poderosas del creyente, porque mientras alabamos, las cadenas se rompen y los cielos se abren.

Hermanos, no olvidemos que cada día es una nueva oportunidad para bendecir el nombre del Señor. Demos gracias en todo momento, porque Su bondad es eterna y Su amor inquebrantable. Él es quien nos guarda, quien sana nuestras heridas y quien da sentido a nuestras vidas. Que cada respiración sea un motivo para alabarle, porque el que tiene vida debe alabar a Jehová. Sigamos su ejemplo y declaremos con el salmista: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”.

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Demos alabanzas a nuestro Dios porque suyo es el poder
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