Como cristianos hemos sido llamados a alabar a Dios sin importar la situación que estemos pasando. Así lo demostraron todos los que sirvieron a Dios en la Biblia, ellos no dependían de circunstancias para bendecir el nombre de Dios, sino que era una expresión de gratitud, sea bueno o malo lo que estuvieran pasando.
Nosotros como humanos tendemos a enojarnos con Dios cuando estamos pasando por momentos cruciales, pero se nos olvida todo lo bueno que Él nos ha dado: la familia, el empleo, los amigos, su iglesia, etc. No debemos caer en esa necedad, sino que debemos bendecir a Dios todo el tiempo.
Tenemos ejemplos de sobra en las Escrituras, de hombres que alabaron a Dios en sus peores circunstancias. David bendijo el nombre de Dios aún cuando Saúl le perseguía. Sadrac, Mesac y Abednego bendijeron a Dios aún siendo lanzados a un horno de fuego ardiente. Daniel alabó a Dios aún siendo echado con los leones. Y nos faltaría mencionar a todos esos hombres de Dios que vivían corriendo de acá para allá, que eran pobres por causa del reino de Dios.
Oh amados hermanos, la Biblia nos dice una y otra vez que debemos bendecir el nombre de Dios. Debemos alabar a Dios porque Él ha hecho maravillas en nuestras vidas:
Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza.
Isaías 25:1
Debemos alabar a Dios porque este es un mandato para todo lo que respira:
Alabad a Dios en su santuario;
Alabadle en la magnificencia de su firmamento.
Salmos 150:1
Y en última instancia, debemos alabar a Dios aunque estemos en nuestra peor situación, como es el caso de Pablo y Silas, que estando presos por causa del Evangelio, cantaban himnos a Dios:
Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.