Hermanos y amigos, tengamos algo muy en cuenta, y es que aunque la situación esté difícil o parezca que no hay salida, aún así debemos alabar a Dios. No porque ignoremos lo que pasa a nuestro alrededor, sino porque reconocemos que Dios tiene el dominio y el control de todas las cosas. Él permanece sentado en Su trono, firme, soberano y fiel. Por eso les exhorto a que no dejemos que se vaya esa paz que siempre nos ha sostenido. No permitamos que las preocupaciones, las malas noticias o el temor apaguen nuestra confianza en el Señor. Alabemos a nuestro Dios, que es poderoso para ayudarnos a pasar cualquier problema o circunstancia en nuestras vidas.
Si ves que un problema llega a tu vida, ese es precisamente el momento de actuar en el Señor. ¿De qué forma? Orando con fe, clamando a Dios, porque solo Él puede darte la salida. Recuerda que Dios vive y reina para siempre, y conoce todas las cosas, incluso aquello que aún no ha acontecido. Por eso, aun en medio de la angustia, canta lleno de alegría a Dios, alaba Su Santo Nombre. Porque muchas cosas suceden cuando cantamos para Él, cuando le adoramos sinceramente con el corazón. La Biblia dice que Dios habita en medio de la alabanza de Su pueblo, es decir, que Él se mueve y se manifiesta cuando Su nombre es exaltado.
Que nada te impida alabar a Dios. Tal vez sientas cansancio, tristeza o preocupación, pero aun así recuerda que somos fuertes en el Señor, no en nuestras propias fuerzas. Él se glorifica en nuestras debilidades, es decir, muestra Su poder cuando nosotros más frágiles nos sentimos. Por eso, alabemos a Dios por este hecho maravilloso en nuestras vidas. Él no cambia, Su amor permanece, Su gracia nos sostiene y Su fidelidad nos guarda. Dios es poderoso, sublime y digno de nuestra adoración.
¿Quién pasó una calamidad tan grande como la que pasó este hombre justo llamado Job? La Biblia dice que era un hombre recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Sin embargo, enfrentó pruebas inimaginables: perdió sus riquezas, sus hijos y su salud. A pesar de todo ello, Job se mantuvo confiando en el Señor, adorando el nombre del Señor. No dejó de glorificar a Dios por lo que estaba aconteciendo, aunque no lo entendía por completo. Este es un gran ejemplo de fe y de verdadera adoración.
20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró,
21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
Job 1:20-21
La Biblia habla de las pruebas por las que este hombre estaba pasando. Job era uno de los hombres más ricos de su tiempo, bendecido en gran manera. Pero el enemigo dijo que Job solo servía a Dios por las bendiciones que recibía. Satanás pidió a Dios permiso para tocar sus bienes y su salud, queriendo demostrar que Job no le sería fiel en la escasez. Sin embargo, Job tenía algo claro: nada trajo a este mundo y nada se iba a llevar. Toda bendición venía de Dios, y si Él permitía quitarla, aún así merecía ser bendito.
Por eso, si Dios dio y también quitó, entonces sea bendito el nombre del Señor. Esta declaración no es solo una frase bonita, es una entrega absoluta del corazón a la voluntad de Dios. Así también nosotros, en medio de cualquier situación, podemos levantar nuestras manos y decir: “Señor, Tú sigues siendo bueno, Tú sigues siendo Dios”. Que nuestra alabanza no dependa de las circunstancias, sino de quién es Dios. Él sigue siendo digno, sigue siendo Rey, y merece nuestra adoración hoy y siempre. Amén.