¿Estás cansado? ¿Sientes que tu alma no puede más, que las cargas que llevas son demasiado pesadas? Hay alguien que ofrece descanso, pero no cualquier descanso, sino uno verdadero, profundo, que alcanza lo más íntimo del ser humano. Ese descanso lo da Dios. Él no está demasiado ocupado como para ignorar tus oraciones ni tus lágrimas. Él es el buen pastor, y si confiamos en Él, entonces, sí, encontraremos paz en medio de la tormenta.
Que este Salmo sea tan citado no lo hace menos valioso, al contrario, lo convierte en un tesoro que el pueblo de Dios ha atesorado por generaciones. Sus palabras siguen alimentando el espíritu, sanando corazones y devolviendo esperanza a quienes están cansados. Piensa en David, el autor de este Salmo. Imagina el momento de angustia que estaba atravesando, y aun así pudo declarar con profunda confianza:
1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Salmos 23:1-6
Estas palabras no nacieron de un lugar de comodidad, sino de una vida llena de batallas, persecuciones y momentos de soledad. Sin embargo, David conocía el corazón de Dios. Él sabía que, aunque todo a su alrededor se desmoronara, había un Pastor que lo guiaba, lo protegía y lo sostenía. Y ese Pastor es el mismo que hoy cuida de nosotros.
El Señor es nuestro buen pastor. Cuando estemos cansados de la tempestad, abatidos por las pruebas, afligidos por el dolor o angustiados por el futuro, Él nos hará descansar. No nos dejará solos en medio del valle oscuro, sino que nos llevará a lugares de delicados pastos y junto a aguas de reposo, donde el alma encuentra aliento. Su presencia es nuestra paz.
Él es quien conforta el alma desgastada, quien guía nuestros pasos por caminos de justicia, no por mérito nuestro, sino por amor a su nombre. Aunque atravesemos el valle de sombra de muerte, donde el temor y la incertidumbre nos rodeen, no debemos temer, porque Él está con nosotros. Su vara y su cayado nos dan seguridad, nos recuerdan que no estamos desamparados.
Y no solo nos acompaña: también prepara mesa en presencia de nuestros enemigos, unge nuestra cabeza con aceite y nos llena hasta rebosar. Esto significa que, aun en medio de la lucha, Dios nos honra, nos fortalece y nos colma de su gracia. Su bondad y misericordia no nos abandonan; nos seguirán todos los días de nuestra vida, y un día, moraremos para siempre en su casa.
Así que, si hoy estás cansado, recuerda: no estás solo. El buen Pastor cuida de ti. Descansa en Él.
...