Cántico de Moisés y de María

Moisés, guiado por Dios, condujo al pueblo de Israel a través del Mar Rojo cuando huían del faraón y su ejército. Después de cruzar milagrosamente en seco, mientras los carros y jinetes del faraón eran destruidos en las aguas, Moisés y María entonaron un cántico poderoso al Señor. Este cántico no fue solamente un agradecimiento por la liberación inmediata del peligro, sino una expresión de gratitud por toda la intervención de Dios desde que salieron de Egipto. Dios había mostrado su poder en señales, prodigios y protección constante.

A pesar de la grandeza de Dios, el pueblo de Israel se mostró muchas veces incrédulo y murmurador. Había días en los que hablaban en contra de Moisés y en contra de Dios, diciendo que hubiera sido mejor quedarse como esclavos en Egipto que morir frente al mar. En su desesperación, no lograban ver que Dios estaba obrando a su favor. Sin embargo, Moisés permaneció firme en la fe. Él sabía que Dios no los había sacado de Egipto para abandonarlos, sino para mostrar su gloria.

La fe de Moisés era tan grande que nada lo detenía. Él estaba convencido de que Dios estaba con él y que no lo dejaría en vergüenza delante del pueblo. Moisés animaba a los israelitas a no temer, a mantenerse firmes, y a confiar en que verían la salvación del Señor. Su confianza en Dios lo llevó a levantar su vara frente al mar, obedeciendo el mandato divino, y entonces el milagro ocurrió: las aguas se abrieron y el pueblo pasó al otro lado.

1 Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová,
y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente;
Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

2 Jehová es mi fortaleza y mi cántico,
Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.

3 Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.

4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército;
Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.

5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra.

Éxodo 15:1-5

Este es el cántico poderoso que cantaron Moisés, María y todo el pueblo de Israel. Es un himno lleno de gratitud, reconocimiento y adoración al Dios que pelea por su pueblo. En sus líneas se exalta la grandeza del Señor: «Cantaré a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete». Este canto es una declaración de que Dios es fuerte, valiente y digno de alabanza.

El cántico no solo celebraba una victoria militar, sino también la fidelidad de Dios. El Señor no se olvidó de sus promesas. A pesar de la incredulidad del pueblo, Él mostró su misericordia. El paso por el Mar Rojo fue más que un milagro, fue una declaración de que Dios defiende a los que confían en Él.

Hoy, este cántico sigue siendo un recordatorio de que el poder de Dios no tiene límites. Si Él abrió el mar y derrotó al ejército más poderoso de ese tiempo, también puede obrar en nuestras vidas de maneras sorprendentes. Su poder es el mismo ayer, hoy y siempre. No dudemos: si Dios hizo cosas grandes con Israel, también puede hacer maravillas con nosotros.

Por ello, alabemos su nombre, cantemos con gratitud como lo hicieron Moisés y el pueblo. Que nuestros labios declaren su grandeza y nuestro corazón confíe en su poder. Dios es digno de adoración, es nuestra fortaleza, nuestro cántico y nuestra salvación. Amén.

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Cántico de alabanza y de adoración
Que nuestros familiares den alabanzas a nuestro Dios y reconozcan su poder