Cantemos a Dios con nuestra discapacidad, cantemos a Él en nuestros peores momentos

He tenido momentos en los que he visto a muchas personas con discapacidad física cantando al Señor con todo su corazón. Aunque su cuerpo no les responde por completo, ellos sirven a Dios con un amor tan genuino como si estuvieran completamente sanos. Esta actitud es inspiradora, porque demuestra que los impedimentos físicos no son una barrera para adorar a Dios. Muchos de ellos no se quejan, no se rinden, sino que utilizan lo que tienen para exaltar a su Creador. Eso nos enseña que la verdadera adoración no nace del cuerpo, sino del corazón.

Sin embargo, también me he encontrado con personas que, ante la dificultad, se alejan de la adoración. No dan gracias a Dios, no cantan ni oran, y dejan que la tristeza o la queja gobiernen su corazón. Es cierto que el dolor y la discapacidad pueden ser muy difíciles de enfrentar, pero aun en medio de esas circunstancias, Dios sigue siendo digno de alabanza. La Biblia nos recuerda que debemos dar gracias en todo, no porque todo sea bueno, sino porque Dios sigue siendo bueno incluso en medio de lo malo. Él es fiel y nunca abandona a quienes confían en Él.

Si en algún momento de tu vida, cuando estabas sano, cantabas a Dios con todas tus fuerzas, y ahora estás atravesando una enfermedad o una condición que limita tu cuerpo, quiero decirte algo con todo el corazón: no dejes de adorar. Tal vez ya no puedas levantar tus manos como antes, quizás tu voz no es tan fuerte, o tu cuerpo no te permite moverte libremente, pero Dios no mira la fuerza de tu cuerpo, sino la sinceridad de tu corazón. Él conoce tu proceso, sabe tu dolor y está contigo como poderoso gigante. La enfermedad puede tocar tu cuerpo, pero no debe tocar tu alabanza.

Recuerda que el proceso no dura para siempre. La prueba pasará, pero lo que haces para Dios permanecerá. Cuando cantas en medio del dolor, estás entregando una adoración auténtica, una alabanza que vale más que mil canciones en tiempos de calma. Muchos podrán ver ese testimonio y reconocer que incluso en el peor momento, sigues adorando a Dios. Eso impacta corazones y glorifica al Señor de manera poderosa.

Un ejemplo inspirador es el de un joven que descubrió su talento para la música a los 18 años. Asistía con su familia a una iglesia, y fue allí donde se dio cuenta de que podía cantar para Dios. Sin embargo, su vida tomó un giro inesperado cuando fue diagnosticado con Distrofia Muscular de Duchenne (DMD), una enfermedad progresiva que debilitó sus músculos hasta dejarlo en una silla de ruedas. A pesar de esto, él no se rindió. Declaró que su enfermedad no sería un obstáculo para adorar a Dios.

Este joven asegura que cantar le da alivio al alma. Desde su silla de ruedas, levanta su voz y glorifica al Señor. Ha compuesto sus propias canciones con estilo pop melódico, y a través de su música transmite fe, esperanza y valentía. Aunque su cuerpo es débil, su espíritu está fortalecido en Dios. Aquí les dejamos un video de su historia y su adoración:

Su testimonio nos recuerda que no hay excusas para dejar de adorar a Dios. No importa si estamos fuertes o débiles, si caminamos o usamos una silla de ruedas, si nuestra voz es potente o apenas un susurro. Lo importante es que nuestro corazón permanezca fiel. Dios no se impresiona por el talento, sino por la obediencia y la sinceridad.

Por eso, no nos detengamos ante nada. Cantemos a Dios en medio de la prueba, adoremos en medio del dolor, porque Él es nuestro ayudador y sustento. En la dificultad, recibiremos nuevas fuerzas; en el cansancio, Él nos levantará. Su presencia es suficiente para llenar nuestra alma de paz. Cantemos, adoremos y proclamemos que Dios es bueno y digno de toda gloria, hoy y siempre. Amén.

...
Dios es mi fortaleza y mi cántico
Con mi boca dirijo mi canto a Ti Señor