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Mi corazón se goza, con mi cántico le alabaré

Nuestro corazón día a día debe estar gozoso en el Señor, no porque hayamos recibido de Él algo en especial, sino porque su amor y misericordia nos acompañan en todo nuestro caminar, por eso demos gracias y alabemos su nombre.

Por eso con cántico debemos alabar a Dios, con esto estamos siendo agradecidos delante de Dios, y también nuestros corazones se sentirán más que gozoso. Debemos confiar plenamente en nuestro Dios porque no falla.

Lo mejor que nosotros podemos tener es su misericordia más que todas las cosas, porque por su misericordia estamos hoy aquí delante de Él, por eso debemos alabarle y regocijarnos en Él con todo lo que tenemos. Dios es poderoso y nunca nos dejará.

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.

4 Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.

Salmos 63:3-4

El escritor de este salmo sabía por qué decía estas palabras, y es que las misericordias de Dios nunca se van, están siempre con nosotros, se renuevan día tras día, nos sustentan y nos ayudan a comprender el propósito de nuestro Dios poderoso.

Alcemos todos nuestras manos y alabemos el nombre de Dios que vive para siempre. Nuestro Dios se merece que le alabemos y exaltemos su nombre, que con nuestros labios demos cánticos de alabanzas, que nuestros corazones den palabras de honra y exaltación a Dios porque no hay otro como Él. Dios sea bendecido y alabado para siempre.

Oh, pueblos todos, no hay otro nombre al cual podamos rendir adoración, solo hay uno que es real, poderoso y majestuoso, y su poder lo podemos contemplar al rededor nuestro. Por esto demos gracias y cánticos en su nombre grande y bendito, Dios reina para siempre por los siglos de los siglos amén.

Cuando nos detenemos a reflexionar sobre la misericordia de Dios, comprendemos que es el motivo principal de nuestra adoración. No adoramos por conveniencia ni por obtener algo, sino porque reconocemos Su grandeza y Su amor inmutable. Cada día es una oportunidad para agradecerle, incluso en los momentos de dificultad, cuando todo parece oscuro. Allí también Su misericordia nos alcanza, nos levanta y nos da nuevas fuerzas.

El apóstol Pablo también nos exhorta a regocijarnos siempre en el Señor, sin importar las circunstancias. La verdadera alegría no depende de lo que poseemos o de las condiciones externas, sino de saber que Dios está con nosotros. Alabar a Dios desde un corazón agradecido es una señal de madurez espiritual, de alguien que ha entendido que todo en la vida procede de Su mano y que sin Él nada somos.

Cada cántico que sale de nuestros labios es una expresión de amor hacia nuestro Creador. Es una manera de reconocer públicamente Su bondad y fidelidad. Cuando cantamos, no solo lo hacemos con la voz, sino también con el alma, con todo nuestro ser, pues la alabanza sincera tiene poder para transformar el ambiente, para traer paz al corazón y para fortalecer la fe.

Además, la alabanza nos une como pueblo. Cuando nos reunimos en comunidad para cantar al Señor, experimentamos la unidad del Espíritu. La Biblia nos enseña que Dios habita en medio de las alabanzas de Su pueblo (Salmos 22:3), lo que significa que cada vez que entonamos un cántico, Su presencia se manifiesta de manera especial.

Por eso, no dejemos de alabar al Señor. Hagámoslo en los buenos y en los malos momentos, en la abundancia y en la escasez, porque Él sigue siendo digno de toda honra y toda gloria. Que nuestros labios siempre tengan una palabra de agradecimiento, que nuestro corazón permanezca lleno de gozo, y que toda nuestra vida sea un cántico continuo al Dios que nos amó primero.

Que cada respiración, cada paso, y cada amanecer nos recuerden la grandeza de Su misericordia. Vivamos con alegría y gratitud, sabiendo que mientras tengamos vida, tenemos una razón poderosa para alabar al Señor. ¡A Él sea la gloria por siempre!

Cantar a Dios es como fuerzas para nuestra alma
Toda potestad gloria, poder y alabanzas son del Señor
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