Cantaré de Ti entre las naciones

El salmo 57 también es una declaración de David cuando huía de Saúl, el cual quería tomar su vida. Imagine usted por un momento ser perseguido por el presidente de su nación, alguien con todo el poder militar y político, dispuesto a encontrarlo cueste lo que cueste. Debió ser una situación extremadamente difícil, llena de temor, angustia y tensión. A pesar de ello, David mantuvo un corazón reverente hacia Saúl, porque lo reconocía como el ungido de Jehová. David tuvo en sus manos la oportunidad de quitarle la vida, sin embargo, no lo hizo, porque entendía que no debía tocar al que Dios había puesto en autoridad. Esta actitud nos muestra la humildad y obediencia de David, quien aunque era valiente y guerrero, decidió esperar en Dios y no tomar la venganza por su propia mano.

Hoy día no tenemos a un rey o gobernante persiguiéndonos como Saúl hacía con David, quizá tampoco enfrentamos enemigos armados buscándonos para destruirnos. Sin embargo, también vivimos momentos de angustia, enfermedades, traiciones, injusticias, problemas familiares, económicos o espirituales. Frente a estas pruebas, muchas veces nuestra reacción natural es quejarnos, desesperarnos o perder la esperanza. Pero el salmo 57 nos enseña otra manera de reaccionar: levantar los ojos al cielo y adorar. En medio de las lágrimas, David no dejó de glorificar a Dios. Y esa es la enseñanza para nosotros: cuando la vida se pone difícil, ¿somos capaces de adorar al Señor?

David supo dar gloria a Dios en medio de la persecución. Él no esperó estar en paz o seguro para alabar, sino que adoró a Dios mientras estaba escondido en cuevas, mientras su vida corría peligro. Así lo expresa en los siguientes versículos:

7 Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; Cantaré, y trovaré salmos.

8 Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana.

9 Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; Cantaré de ti entre las naciones.

10 Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, Y hasta las nubes tu verdad.

11 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra sea tu gloria.
Salmo 57:7-11

¡Qué declaración tan poderosa! David dice: “Pronto está mi corazón”, es decir, su corazón estaba firme, determinado y listo para adorar. No había excusas, no había condiciones, solo plena disposición para alabar. También le dice a su alma: “Despierta”, como si se animara a sí mismo a no desmayar y seguir confiando. Esto demuestra que la adoración no es solo una emoción, sino una decisión del corazón.

Él no se conformó con adorar a Dios en privado, sino que dijo: “Te alabaré entre los pueblos, cantaré de ti entre las naciones”. Esto refleja su deseo de que todos conocieran la grandeza de Dios, que el mundo entero supiera que hay un Dios fiel, que guarda a los suyos aun en los momentos más oscuros. Reconoce que la misericordia de Dios es tan grande que llega hasta los cielos, y Su verdad se extiende hasta las nubes. Por lo tanto, concluye exaltando a Dios y deseando que Su gloria cubra toda la tierra.

En medio de cualquier situación es bueno que digamos como David: “Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; Cantaré de ti entre las naciones”. Demos gloria a Dios frente a todos, que sepan que existe un Dios poderoso en quien confiar, el cual es nuestro refugio en la más cruel tempestad. Tal vez no podamos controlar nuestras circunstancias, pero sí podemos decidir confiar y adorar. Así como David, declaremos que Dios es digno de alabanza, aun cuando todo parezca adverso.

Que este salmo nos inspire a mantener un corazón dispuesto para Dios. No esperemos a que todo esté resuelto para alabar, hagámoslo ahora, en medio de nuestra cueva, en medio de la prueba. Porque cuando adoramos, Dios fortalece nuestra fe, nos llena de paz y nos recuerda que Su misericordia es más grande que cualquier problema. Digámosle al mundo entero que Dios está con nosotros, y que Su gloria permanece para siempre.

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Cantad con gozo a Dios
Alabaré Tu nombre, oh Dios, porque es bueno