Alaba la misericordia de Dios

A Ti Te alabamos Señor por Tu gran misericordia porque Tus misericordias nos acompañan días tras día, por eso te damos gracias. A Ti siempre Te alabaremos porque ellas son nuevas cada día así como lo dice en Tus Palabras.

Todos debemos alabar al Señor por su misericordia, porque con ella podemos decir que aprendemos porque a la hora de nosotros fallar ante Dios, ellas nos ayudan a que podamos humillarnos y ser perdonados por Dios.

Que día a día nos postremos ante Él y demos gloria por su gran amor, porque sin sus misericordias hoy día no estuviésemos aquí, alabándolo y glorificando su nombre.

Dios es bueno, Dios es grande y su poder es con todos nosotros, desde el principio y hasta el final sigue siendo fiel y misericordioso en todo lo que hace, no hay promesas que no cumpla porque todo lo cumple al pie de la letra.

Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

Salmos 107:8

Alabemos a Dios por su misericordia, porque ellas siempre nos rodean. A veces pensamos que no pero Dios tiene misericordia de todos.

Por eso es bueno alabarte Señor y cantar de lo mejor en Tu nombre, haciendo Tus obras, reconocer y dando a conocer a los demás que Tu misericordia y Tu amor son reales. ¿Quién como Tú mi Dios? Tú mereces toda la gloria por todo los siglos. Por eso no nos cansamos de decirte que eres santo y bueno, que nos ayudas y con Tus misericordias nos sostienes.

Eres real mi Dios, a través todo lo que nos rodea podemos ver tus manifestaciones en cada cosas que haces, y todo lo que Tú haces con Tus Santos es bueno, porque son muchos los que hablan de Tu amor, de Tu gran verdad, y de Tus misericordias cantan, anuncian los cielos Tus grandes obras y la tierra tiembla al ver lo que haces con todos los que seguimos y practicamos Tu voluntad. Por eso te damos gracias porque Tú vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

La misericordia del Señor es una muestra de su amor inagotable, una evidencia de que, aunque caigamos muchas veces, Él sigue extendiendo su mano para levantarnos. Cada mañana al despertar tenemos la oportunidad de experimentar una nueva porción de su bondad. Esto debería impulsarnos a vivir en agradecimiento constante, alabando su nombre con nuestras palabras y acciones. Cuando entendemos que no somos merecedores de tanta gracia, nuestra alabanza se vuelve más sincera, más profunda y llena de gratitud.

El salmista decía que las misericordias del Señor son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:22-23). Esta verdad nos recuerda que, aunque ayer hayamos fallado, hoy tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo bajo su amor y su compasión. No hay pecado tan grande que su misericordia no pueda perdonar, ni distancia tan larga que su amor no pueda alcanzar. Por eso debemos vivir conscientes de que todo lo que tenemos, somos y logramos es fruto de su misericordia divina.

Cuando alabamos a Dios por sus misericordias, no solo expresamos gratitud, sino que también fortalecemos nuestra fe. La alabanza es un recordatorio constante de su fidelidad. Nos hace ver que, aunque el mundo cambie y las circunstancias sean difíciles, su amor nunca cambia. Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y su misericordia permanece eterna. Cada vez que entonamos una canción, que elevamos una oración o que proclamamos su nombre, estamos testificando de su bondad delante del mundo.

Dios se agrada de un corazón agradecido, de aquellos que reconocen que sin su misericordia estaríamos perdidos. Él no se complace en sacrificios vacíos, sino en una adoración que nace del alma. Cuando entendemos el valor de su perdón, aprendemos a ser más compasivos con los demás, reflejando el mismo amor que Dios nos muestra cada día. De esa manera, su misericordia fluye a través de nosotros hacia quienes nos rodean.

Por tanto, no dejemos de alabar a Dios por su misericordia infinita. En los momentos de gozo y en los momentos de dolor, su amor siempre está presente. Cada lágrima, cada oración, cada paso que damos está sostenido por su fidelidad. Que nuestras bocas nunca cesen de proclamar su bondad, y que nuestras vidas sean una constante expresión de gratitud. Porque si algo es seguro, es que las misericordias del Señor nunca se agotan y su amor jamás se acaba. A Él sea la gloria, la honra y la alabanza por los siglos de los siglos. Amén.

...
Puso luego en mi boca cántico nuevo
Alaba a Dios con tu boca