Como todos los salmos, el Salmo 34 es otro cántico que nos invita a dar alabanzas al único Dios verdadero. Tenemos todo un libro inspirado por Dios donde se nos enseña a glorificar Su nombre, a confiar en Él y a rendirle adoración en cada etapa de la vida. No es casualidad que Charles Spurgeon, al ver la riqueza espiritual de este libro, escribiera su obra titulada “El Tesoro de David”, porque realmente los Salmos son un tesoro celestial. En ellos encontramos cánticos basados en la adoración a Dios en medio de batallas, victorias, lágrimas, alegrías, arrepentimiento y esperanza.
Cada salmista escribió desde lo más profundo de su corazón, tanto en momentos tristes como en momentos felices, en días de claridad como en días de oscuridad. Y así es nuestra vida: atravesamos días de gozo, y días de dolor; temporadas de abundancia y momentos de necesidad. La pregunta es, ¿qué le damos a Dios en medio de cada una de estas circunstancias? Los salmistas, aun en sus peores momentos, no callaron su alabanza. Ellos entendieron que Dios no cambia, aunque las circunstancias sí cambien. Por eso, lo que nos queda a nosotros es hacer lo mismo: dar gloria y honra al Señor en todo tiempo.
El verso uno del Salmo 34 nos muestra esta actitud de adoración constante:
Bendeciré a Jehová en todo tiempo;
Su alabanza estará de continuo en mi boca.Salmo 34:1
Detente por un momento y medita en la primera parte de este versículo: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo”. La palabra todo no deja espacio para excepciones. Significa bendecir a Dios cuando todo va bien, pero también cuando el corazón está herido. Significa alabarle en la salud y en la enfermedad, en la abundancia y en la escasez, en la calma y en la tormenta. El salmista nos enseña que adorar a Dios no depende de cómo nos sentimos, sino de quién es Dios.
Estas palabras nos recuerdan lo que dijo el apóstol Pablo muchos años después cuando escribió:
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Filipenses 4:12-13
Pablo aprendió el secreto de la verdadera adoración: depender de Cristo en cada etapa de la vida. Y es exactamente lo que vemos en David. Él no dice: “Bendeciré a Jehová cuando vea el milagro, cuando todo se resuelva, cuando mis enemigos caigan”. No. Él dice: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo”. Es una decisión, no una emoción.
Luego, el versículo continúa: “Su alabanza estará de continuo en mi boca”. No solo se trata de pensar en Dios, sino de expresarlo, de proclamarlo, de hablar de Su grandeza. Que nuestra boca no esté llena de quejas ni de temor, sino de alabanzas sinceras. Pidamos al Señor que Su alabanza esté siempre en nuestros labios, que cada día tengamos una canción para Él.
Amados hermanos, cantemos a Dios en todo momento. Porque Él sigue siendo Dios aunque nuestra vida tenga altibajos. Él es fiel cuando nosotros no lo somos. Él permanece cuando todo pasa. Su amor no cambia, Su poder no disminuye y Su misericordia es nueva cada mañana.
Que este Salmo nos inspire a vivir con una adoración constante. No una adoración de domingo solamente, sino una adoración diaria, sincera y humilde. Que podamos decir con convicción: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo”, porque Él es digno ahora y por toda la eternidad.