No podemos minimizar la responsabilidad de un cantante cristiano, ya que es aquella persona que se encarga de entonar letras durante el servicio de alabanza en el lugar donde nos congregamos. Se supone que ser cantante cristiano no es simplemente el arte de cantar bonito o tener una voz agradable, sino que implica transmitir enseñanzas, verdades bíblicas y doctrinas correctas a través de ese talento que Dios le ha dado.
Debemos comprender que la música cristiana, además de glorificar a Dios, también instruye y edifica a los creyentes que están reunidos. ¿Recuerdas el libro de los Salmos? ¿Acaso este libro no tiene un alto contenido teológico? No se trata solamente de poesía o versos bonitos, sino de pasajes profundos que exaltan el carácter de Dios, Su justicia, Su misericordia, Su ira contra el pecado y Su fidelidad. No me imagino a David o a los demás salmistas siendo neófitos, sino hombres que conocían la Ley del Señor, que meditaban en ella día y noche y que, inspirados por el Espíritu Santo, componían cantos que glorificaban a Dios con verdad.
No estamos diciendo que es obligatorio que un cantante cristiano vaya a una escuela de teología, aunque sin duda sería de gran bendición. Pero sí estamos afirmando que un cantante cristiano debe manejar bien las Escrituras, porque es un ministro de la música, y la música cristiana contiene teología. Es decir, habla acerca de Dios, de Su obra y de Su pueblo. Y si las canciones realmente están basadas en la Biblia, entonces deben ser doctrinalmente correctas, y eso requiere estudio y responsabilidad.
Y aquí es donde surge el problema. Cuando tenemos cantantes cristianos que solo cantan bonito pero no saben nada de la Biblia, ¿sabes qué terminan haciendo? Terminan escribiendo canciones que solo buscan motivar o emocionar, canciones centradas en el hombre y no en Dios. O peor aún, canciones que contradicen las Escrituras, que presentan un evangelio diferente, un Dios sentimentalista o un evangelio de prosperidad. Eso arruina el propósito real, que es darle gloria y honra a Dios con todo lo que hacemos y edificar al pueblo con verdad.
El apóstol Pablo dijo:
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31
Es decir, no solo se trata de cantar, sino de hacerlo para Dios, con reverencia, con entendimiento y con la intención de glorificar su nombre. La música no debe ser un espectáculo, sino un acto de adoración consciente.
Por otro lado, Pablo también escribió que la Palabra de Dios debe ser nuestra fuente de inspiración en todo lo que hacemos, incluyendo la música:
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17
Por lo cual, instamos a todo aquel que esté en el área de la música, a que estudie la Palabra del Señor y la maneje con precisión. No basta con cantar bien; es necesario conocer lo que se canta y a quién se canta. La música cristiana debe estar llena de verdad bíblica, no de emociones vacías.
Si cada cantante y ministerio de alabanza se dedicara a escudriñar las Escrituras, la iglesia tendría canciones más profundas, centradas en Cristo, saturadas de evangelio y no de simple motivación humana. Así, la música cumplirá su propósito: exaltar a Dios, edificar a la iglesia y predicar la verdad a quienes escuchan.