Casi 70 cantantes cristianos de sana doctrina en español

Hay que tener cuidado con las canciones cristianas que uno escucha.
Muchos creyentes filtran las canciones solo por su ritmo, su popularidad o por quién las interpreta,
pero la realidad es que debemos prestar atención principalmente a su mensaje y a la vida espiritual de quienes las cantan.
Una melodía puede sonar hermosa, conmover el corazón e incluso tener palabras inspiradoras, pero si el contenido no está enraizado en la verdad de la Palabra de Dios,
puede conducirnos poco a poco hacia un evangelio distorsionado.

La música cristiana no es un simple entretenimiento: es una forma de adoración.
Por eso, no toda canción que mencione a Dios o a Jesús debe considerarse automáticamente edificante.
El apóstol Juan nos exhorta a “probar los espíritus si son de Dios” (1 Juan 4:1), y eso incluye lo que cantamos.
Cada letra debe apuntar a Cristo, no al ego del intérprete; debe exaltar la gracia, no la fama; y debe promover la santidad, no la sensualidad disfrazada de espiritualidad.

En los últimos años, se ha vuelto común encontrar producciones que mezclan verdades bíblicas con mensajes humanistas o frases motivacionales vacías.
Algunas canciones hablan más de la superación personal que de la cruz; otras ponen al creyente en el centro, en lugar de exaltar la soberanía de Dios.
Este fenómeno, aunque parece inofensivo, ha contribuido a debilitar la comprensión teológica de muchos cristianos,
quienes terminan creyendo que adorar es solo “sentir bonito” y no una respuesta reverente al Dios Santo.

Por eso, urge volver a la música cristiana de sana doctrina: aquella que no solo emociona, sino que enseña;
que no busca entretener, sino edificar.
El propósito de una canción cristiana debe ser el mismo que el de la predicación: comunicar la verdad del evangelio.
Cuando cantamos, también estamos declarando lo que creemos. Si lo que cantamos no es verdad, estamos proclamando una mentira con ritmo.

Tomando en cuenta lo anterior, nos llegó la idea de elaborar una lista de cantantes cristianos cuya letra no sea vacía ni antibíblica,
y cuyo testimonio de vida esté alineado con la Palabra de Dios.
Muchos de ellos no son tan conocidos como las grandes figuras del circuito musical, pero lo importante no es la fama,
sino la fidelidad a la verdad del evangelio. Estos ministerios adoran al Dios vivo, no se desvían de la doctrina bíblica y mantienen un mensaje centrado en Cristo.

Música cristiana de sana doctrina en español

  1. Alejandro Alonso
  2. Alex Sampedro
  3. Aline Barros
  4. Aníbal Marroquín
  5. Armando Flores
  6. Banda Juan
  7. Bertino Aquino de Dios
  8. Carlos Seise
  9. Casa de Oración
  10. Corto Plazo
  11. Elio Jose Gabancho
  12. En Espíritu y En Verdad
  13. Ericsson Alexander
  14. Esperanza de Vida
  15. Estuardo Meza (ex Box Dei)
  16. Gaither Vocal Band
  17. Generación de Jesús
  18. Grupo Amigo Fiel
  19. Grupo El Rapto
  20. Grupo Inspiración
  21. Hector Sotelo
  22. Hermanos Vargas
  23. Hugo Tomaselli
  24. Jonathan & Sarah Jerez
  25. Jon Montalban
  26. Juan Carlos Alvarado
  27. Kent Leroy
  28. Kyosko
  29. Krasia May
  30. La IBI (Gracia Soberana)
  31. Legacy Five
  32. Leonel Tuchez
  33. Los Hermanos Alvarado
  34. Lucas Conslie
  35. Llamada Final
  36. Manuel Bonilla
  37. Manuel Roman
  38. Maranatha
  39. Marcos Vidal
  40. Mariana Sa
  41. Marinella Arrué
  42. Maricruz Barrios
  43. Mauricio Velarde
  44. Miguel Casina
  45. Óscar Medina
  46. Peregrinos y Extranjeros
  47. Radames Marrero
  48. Ricardo Ceratto
  49. Ricardo Rodriguez
  50. Roberto Orellana
  51. Rondalla Cristiana Monterrey
  52. Rondalla La Gran Comisión
  53. Rubén Sotelo
  54. Ruth Ríos
  55. Sandy Patti
  56. Santiago Benavides
  57. Santiago Stevenson
  58. Semilla de Mostaza
  59. Seth Condrey
  60. Sheila Romero
  61. Sovereign Grace
  62. Stanislao Marino
  63. Steffany Gretzinger
  64. Steve Green
  65. Tony Perez
  66. Trio Eben-Ezer
  67. Trio Estrella Belén

Escoger música cristiana de sana doctrina no es un acto de elitismo espiritual, sino de obediencia.
Dios nos llama a adorarle “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24), y eso incluye las canciones que ponemos en nuestros labios y corazones.
Cada nota, cada verso, cada palabra debe apuntar al evangelio.
No se trata de ser críticos de todo, sino de ser cuidadosos con aquello que alimenta nuestra fe.
Porque al final, lo que cantamos, tarde o temprano, formará parte de lo que creemos.

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