La película cristiana que fue desechada por los críticos por no parecer interesante

Es bueno, como introducción, mencionar a John Bunyan, quien al escribir la poderosa obra literaria «El progreso del peregrino», confesó a un amigo que no deseaba publicarla porque pensaba que nadie la leería. A pesar de sus dudas, esta obra ha sido traducida a más de 200 idiomas y es considerada un clásico de la literatura cristiana y universal. Este hecho nos recuerda que aquello que a nuestros ojos puede parecer pequeño o irrelevante, puede ser usado por Dios para causar un impacto profundo y eterno en la vida de muchas personas. La grandeza de una obra no reside en la magnitud de quien la crea, sino en las manos del Dios que la utiliza para su propósito.

De la misma forma, hay cosas que los hombres han desechado pensando que no tienen valor, pero que a la luz de la eternidad resultan ser más valiosas que el oro. Un ejemplo poderoso es la película cristiana «La cruz y el puñal», basada en la vida del predicador David Wilkerson. Esta película narra los primeros cinco años de su ministerio, cuando Dios lo llamó a predicar el Evangelio en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad de Nueva York, donde la violencia, las drogas y las pandillas gobernaban las calles.

David Wilkerson, movido por una profunda compasión, animó a muchos jóvenes desilusionados a dejar las drogas, el alcohol, las pandillas y el estilo de vida autodestructivo que los aprisionaba. Uno de los casos más impactantes fue el de Nicky Cruz, un líder de pandilla endurecido por la vida. A pesar del rechazo y las amenazas, David persistió en mostrarle el amor de Cristo. Finalmente, Dios hizo una obra poderosa en la vida de Nicky, transformándolo por completo. Este testimonio sigue inspirando a miles alrededor del mundo.

Antes de que existiera la película, primero se escribió un libro titulado también «La cruz y el puñal», publicado en 1963 por el mismo David Wilkerson. Contra todo pronóstico, el libro se convirtió en un éxito editorial, alcanzando más de 15 millones de ejemplares vendidos y fue traducido a más de 30 idiomas. Muchas vidas fueron tocadas por la historia de fe, obediencia y valentía que narraba cómo un joven pastor fue capaz de dejar su comodidad para alcanzar a los perdidos.

En el año 1970, esta historia fue llevada al cine. Sin embargo, la película fue menospreciada por varios críticos, quienes la calificaron de “poco interesante”. Quienes realmente la han visto, pueden afirmar todo lo contrario: es profundamente conmovedora, auténtica, y muestra como pocas películas la pasión por la evangelización y el amor por las almas. No se trata de efectos especiales ni grandes producciones, sino de una verdad viva: el poder del Evangelio para transformar vidas.

Aunque muchos la consideraron irrelevante o carente de atractivo, con el tiempo se demostró lo contrario. Se estima que esta película ha sido vista por más de 50 millones de personas, traducida a más de 30 idiomas y proyectada en aproximadamente 150 países. Lo que algunos descartaron como sin valor, Dios lo usó para tocar naciones enteras. Esta historia es un recordatorio de que Dios puede multiplicar lo pequeño y convertirlo en algo grande para su gloria.

Volviendo al principio, lo que para el mundo parece insignificante, para Dios no lo es. Él no mira como mira el hombre. Mientras muchos se fijan en la apariencia, Dios observa el corazón y usa lo humilde para avergonzar lo fuerte. No importa cuán sencillo sea el esfuerzo, si está en las manos de Dios, puede cambiar el rumbo de vidas, familias e incluso generaciones.

Recordemos siempre esta verdad: “Dios es poderoso para hacer obras muy grandes en aquello que para los hombres parece un desperdicio”. Así que nunca subestimemos lo pequeño, nunca dejemos de obedecer, y nunca pensemos que nuestro servicio es inútil. Si está hecho para Dios, Él lo puede usar más allá de lo que imaginamos.

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