Versos que nos muestran la importancia de la alabanza III

Esta es la tercera parte de nuestro artículo Versos de la Biblia que nos muestran la importancia en la alabanza. Al final de este artículo te dejaremos los enlaces a la primera y segunda parte por si no las habías leído.

El ser humano, desde el principio de los tiempos, siempre ha mostrado una inclinación natural a adorar. Esto se debe a que fuimos creados con un diseño divino que nos impulsa a rendir honor a algo superior. Sin embargo, cuando el hombre no conoce a Dios, esa necesidad de adorar puede desviarse hacia falsos dioses, personas, posesiones o incluso a sí mismo. Como cristianos, debemos recordar que solo Dios merece nuestra adoración y alabanza. Él es nuestro Creador, nuestro Salvador y el único digno de recibir toda gloria. ¿Y tú, estás dirigiendo tu adoración correctamente o has sustituido a Dios por otra cosa?

A continuación, veamos algunos versículos que nos recuerdan que Dios es digno de toda alabanza, y que Su gloria no puede ser compartida con nadie ni con nada creado.

Dios no comparte su gloria con nadie

Dios fue claro con el pueblo de Israel cuando lo libró de Egipto y lo declaró como Su pueblo especial. Repetidamente les advirtió que no siguieran a los ídolos paganos ni se inclinaran ante imágenes. Él es un Dios celoso, no de envidia, sino de amor, porque sabe que adorar a otros dioses lleva a la destrucción.

Yo soy el SEÑOR, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré, ni mi alabanza a imágenes talladas.

Isaías 42:8

Este versículo deja muy claro que Dios no comparte Su gloria. Nadie merece ser adorado fuera de Él. Ni los cantantes, ni los predicadores, ni las riquezas, ni los ídolos hechos por manos humanas. Nuestra alabanza debe ser únicamente para el Señor. Cuando ponemos algo por encima de Dios, estamos robando Su gloria y entregándola a lo creado.

La alabanza a Dios no se puede negociar

La verdadera adoración no depende de cómo nos sentimos o de las circunstancias que atravesamos. La alabanza no es solo para los momentos buenos. También debe estar en nuestros labios cuando todo va mal, cuando no hay fuerzas o cuando parece que Dios guarda silencio. El profeta Habacuc nos enseña una lección poderosa:

17 Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales;

18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.

Habacuc 3:17-18

Habacuc habla de falta de alimento, pérdida económica y escasez total, pero aun así declara que se alegrará en Dios. Esto es alabar sin negociar, sin condiciones. La alabanza verdadera reconoce que Dios sigue siendo Dios, aunque no entendamos Su plan.

Cuando adoramos solo en los tiempos de bendición, nuestra alabanza depende de lo que tenemos. Pero cuando adoramos en medio del dolor, demostramos que nuestra fe está puesta en quien es Dios, no en lo que podemos recibir. La alabanza genuina nace en el corazón y no en la comodidad.

Hoy, más que nunca, necesitamos volver a esa adoración auténtica. Alejarnos de los ídolos modernos como la fama, el ego, el dinero o la aceptación de los demás y rendir nuestros corazones completamente a Dios. Él no busca voces perfectas, sino corazones sinceros. No busca espectáculos, sino adoradores en espíritu y en verdad (Juan 4:23).

Si este tema te bendice, no olvides compartirlo y seguir leyendo las partes anteriores para complementar lo aprendido.

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Cantemos con júbilo a la Roca de nuestra salvación
Alaba, oh alma mía, a Jehová