(www.mimejoralabanza.com) — Ya se está haciendo hasta común escuchar artistas seculares mencionar a Dios y agradecerles muchas cosas. La intención es buena pero hay algo chocante y es que muchos de dichos cantantes le «dan gracias a Dios por haberlos permitido llegar tan lejos» con canciones que contienen letras que en nada le agradan a Él.
Vivimos en una época donde las plataformas digitales han amplificado la voz de los artistas. Cada vez que uno de ellos recibe un premio o logra un reconocimiento público, las palabras “gracias a Dios” suelen aparecer en sus discursos. Sin embargo, lo que muchos no notan es la gran contradicción que existe entre ese agradecimiento y el contenido de las canciones que promueven. No se trata de juzgar a nadie, sino de reflexionar sobre la coherencia que debe existir entre lo que se dice y lo que se hace.
Creo que el ejemplo que les mostraremos a continuación es el mejor para ilustrarles el grave error que cometen estas personas al agradecerle a Dios algo de lo que Él ni tuvo nada que ver, ni se complace. El artista urbano J Balvin, al recibir su premio Latin Grammy anoche inició sus palabras con esta frase: «Primero, estas bendiciones vienen del cielo, del Padre, así que muchas gracias…»
.@JBALVIN recibe el #LatinGRAMMY por Mejor Canción Urbana https://t.co/skg2HjFUDB
— Latin GRAMMYs (@LatinGRAMMYs) noviembre 20, 2015
La mayoría de las letras de este cantante claramente invitan a fornicar y tener sexo desenfrenado y él dice que su premio es una «bendición del Padre». ¡¡¡Noooooo!!!. El Padre que está en los cielos no quiere premiarte por cantarle a la fornicación y al libertinaje. Antes de estar diciendo que tu premio es un regalo del cielo deberías analizar las letras de tus canciones a ver si en realidad agradan a Dios.
Es importante recordar que Dios es santo y justo. Él no se complace en aquello que corrompe los valores, que promueve la inmoralidad o que hace tropezar a otros. Por eso, cuando un artista agradece a Dios por el éxito de una canción que habla de excesos, de relaciones sin compromiso o de banalidades, se genera un mensaje confuso ante la sociedad, especialmente para los jóvenes que lo toman como ejemplo.
Dios está en contra de las cosas que esta gente promueve en la mayoría de sus canciones. Un Dios que no está de acuerdo con el alcohol, sexo, drogas y pasiones desenfrenadas no es el responsable de que un artista que le cante a tales cosas reciba un premio o llegue a «X» escenario. De manera que hacemos un llamado a esos cantantes para que dejen de usar el nombre de Dios. Si sus letras no tienen nada que ver con exaltar su nombre y al contrario promueven el desenfreno que vive la actual sociedad, no lo mencionen, por favor.
Este tipo de discursos también nos debe invitar a los creyentes a reflexionar sobre el uso del nombre de Dios. No podemos mencionarlo a la ligera ni atribuirle cosas que Él no aprueba. Usar el nombre de Dios con ligereza o con fines de imagen pública es una falta de reverencia. Si realmente alguien siente gratitud hacia el Creador, esa gratitud debe reflejarse en sus acciones, en su mensaje y en la forma en que influye a otros.
No se trata de condenar la música ni de rechazar el talento. El talento viene de Dios, pero su propósito debe ser edificar, no destruir. Todo artista tiene la libertad de cantar sobre lo que desee, pero si decide agradecer a Dios, debe hacerlo con coherencia. No podemos mezclar la luz con las tinieblas ni justificar el pecado bajo el nombre de la bendición divina.
Reflexión final
Que esta situación sirva como una lección para todos. La verdadera bendición viene cuando lo que hacemos glorifica a Dios. Si nuestras palabras, canciones o acciones promueven valores contrarios a los suyos, entonces no podemos decir que vienen de Él. Que cada uno de nosotros, artista o no, aprenda a dar gracias con sinceridad, reconociendo que Dios se complace en la obediencia y en la pureza del corazón.
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