¿Tu adoración es para Dios o para las redes sociales?

Recientemente se viralizó un fragmento de una prédica de John Piper en el que solicitaba a la inteligencia artificial ChatGPT que formulara una oración a Dios. La IA respondió de manera impecable: presentó una teología profunda y unas palabras cargadas de gratitud. Sin embargo, Piper quería subrayar lo siguiente: por muy brillante que resulte el texto, proviene de una máquina carente de corazón y de espíritu. En consecuencia, cualquiera podría componer una oración tan elocuente, pero ¿es realmente una súplica dirigida a Dios o simplemente un espectáculo para impresionar a los oyentes?

Bajo la misma premisa que plantea Piper, cabe preguntarnos: ¿Todo lo que compartimos en redes sociales —oraciones en línea, vídeos de adoración u otras manifestaciones de fe— responde a una adoración genuina que brota del corazón, o es simplemente un recurso para captar la atención y potenciar el marketing del apóstol o de la iglesia? En Mateo 8 leemos:

Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

Mateo 15:8-9

Así pues, podemos ofrecer en redes sociales una adoración sumamente bella, y sin embargo no necesariamente dirigida a la gloria de Dios. Es lamentable que, en la era digital, corramos el riesgo de convertirnos en máquinas sin espíritu, cuya única meta es acumular “me gusta” a cualquier costo.

Nuestra adoración debe ser pura y sencilla, centrada únicamente en Dios; sin embargo, hoy parece que estamos tan absortos en las redes sociales y en sostener la campaña de marketing de la iglesia que hemos perdido de vista ese propósito y hacemos lo que sea necesario para obtener resultados, en lugar de ofrecerle a Dios una alabanza auténtica.

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