Muéstrame Tus caminos, Señor

El versículo 4 del capítulo 25 de los salmos nos habla acerca de la ayuda y la dirección que necesitaba de parte del Señor el salmista David. Era de mucha importancia que Dios ayudara a David en su camino y es por eso que lo pide al Señor que le ayude.

Ninguno de los que esperan en el Señor serán confundidos, más bien serán ayudados por el Señor y este es el caso del salmista David. Pero debemos entender algo muy importante y es que la idea es mantenerte activo en el servicio del Señor y Él te te dará dirección para que tu camino sea de bien.

En este capítulo 25 David supo unirse a este grupo que pedía dirección al Señor, pero también el salmista sabía que debía esperar en el Señor, sin dejar de servirle.

Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;
Enséñame tus sendas.

Salmos 25:4

Todos los que esperan en el Señor y esperan por Su dirección, protección y perdón, verán la mano de Dios en su defensa. Es bueno que confiemos cada día y que no tengamos miedo al caminar porque seremos cuidados por Dios.

Al ver este pedido que hace el salmista delante del Señor, confiamos fielmente en que también podemos. Dios puede atender a nuestro llamado cuando vamos hacia Él. Amado hermano en Cristo, si sientes que tu camino está tomando otro rumbo, pide a Dios y Él te ayudará.

El Salmo 25 es uno de los escritos más profundos sobre la dependencia absoluta del creyente hacia Dios. David no solo expresa un deseo pasajero de dirección, sino una necesidad constante de caminar bajo la voluntad del Señor. En otras palabras, este versículo nos muestra un corazón sensible, consciente de que sin la guía divina, cualquier decisión puede llevarnos a la confusión. Por eso David no duda en clamar, pedir, insistir y esperar en la intervención de Dios.

Es importante notar que David estaba rodeado de enemigos, persecuciones y decisiones que podían cambiar el rumbo de su vida. Sin embargo, él entendía que la clave para mantenerse firme no era su fuerza, su experiencia o sus estrategias humanas, sino la revelación divina. El salmista reconocía que la verdadera sabiduría proviene del Señor, y que solo Él puede mostrar caminos rectos en medio de situaciones que parecen inciertas.

Así también ocurre hoy en nuestra vida. Muchas veces nos encontramos frente a decisiones familiares, laborales, emocionales o espirituales que parecen demasiado complejas. En ocasiones pensamos que podemos resolverlo todo con nuestras propias fuerzas, pero tarde o temprano nos damos cuenta de que necesitamos la guía del Señor. Este salmo nos recuerda que pedir dirección no es señal de debilidad, sino de madurez espiritual. El creyente que consulta a Dios demuestra que reconoce Su autoridad y confía en Su sabiduría.

Asimismo, David no solamente pedía ser guiado, sino también ser enseñado. Cuando dice “Enséñame tus sendas”, revela un corazón dispuesto a aprender. No basta con recibir instrucciones; es necesario comprender los caminos de Dios, formarnos en su verdad y permitir que Su Palabra transforme nuestra manera de pensar. Esto nos enseña que la dirección divina está ligada a la obediencia. No podemos pedir guía si no estamos dispuestos a caminar conforme a lo que Él nos muestre.

Dios también promete que quienes esperan en Él no serán avergonzados. Esta es una verdad que brinda paz al creyente que quizá siente que su vida está avanzando más lento que la de otros. Esperar no significa estar inactivo, sino confiar mientras seguimos sirviendo. En el proceso, Dios fortalece nuestro carácter, corrige nuestro rumbo y nos prepara para recibir lo que tiene reservado para nosotros.

Si hoy sientes incertidumbre, miedo, dudas o presión por tomar decisiones importantes, recuerda el ejemplo del salmista. Clama a Dios, acércate a Él con humildad y entrega, y permite que sea Su Palabra la que marque tu camino. Él es fiel para guiarte, protegerte y levantarte. Ninguna oración sincera queda sin respuesta, y todo aquel que busca dirección divina la encontrará.

Que este pasaje sea un recordatorio de que no estás solo. Dios conoce tu senda, tu presente y tu futuro. Y así como respondió a David, también responderá a ti.

Andad con toda humildad y mansedumbre
Aún pecadores, Cristo murió por nosotros

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