En Baní, municipio cabecera de la provincia Peravia en la República Dominicana, se registró un hecho sumamente inusual que llamó inmediatamente la atención de autoridades, padres y medios de comunicación. En la escuela Ernesto González Lachapell, seis estudiantes tuvieron que ser llevados al hospital luego de sufrir ataques de nervios, asegurando que habían visto al diablo. El incidente ocurrió el 16 de febrero del 2023 y, desde el primer momento, generó preocupación debido a la intensidad de los síntomas y a lo particular del acontecimiento.
Según los reportes médicos iniciales, los estudiantes presentaban niveles elevados de ansiedad, temblores, llanto, respiración acelerada y un estado de pánico generalizado difícil de controlar. Debido a la gravedad emocional que mostraban, los doctores procedieron a medicarlos para estabilizar su sistema nervioso. Mientras tanto, dentro del centro educativo, maestros y directivos intentaban tranquilizar al resto del estudiantado, ya que el ambiente se tornó tenso y de confusión. Algunos docentes informaron que realizaron oraciones para alejar cualquier espíritu maligno, buscando calmar el temor colectivo que se había extendido.
Con el paso de las horas empezaron a surgir más detalles, y aparentemente todo estaría relacionado con un juego extraño que se ha popularizado entre estudiantes de diferentes escuelas del país. Aunque no se ha especificado públicamente el nombre del juego, se ha descrito como una actividad que mezcla retos psicológicos, elementos de terror y dinámicas que pueden inducir episodios de sugestión y pánico. Lo más alarmante es que, apenas tres semanas después del primer caso en Baní, ocurrió lo mismo en otro centro educativo.
En una Escuela Básica del distrito de La Altagracia, unos 25 estudiantes presentaron síntomas similares luego de supuestamente participar en el mismo juego. Allí, varios alumnos experimentaron desmayos, alucinaciones, dificultad para respirar, crisis nerviosas y un comportamiento descontrolado. Algunos gritaban, otros lloraban sin explicación clara y varios aseguraron haber “visto figuras oscuras” o “sentido una presencia”. Una vez más, debieron ser atendidos por personal médico que se trasladó de inmediato al lugar.
Este segundo caso encendió las alarmas en todo el país. No se trata simplemente de travesuras juveniles, sino de episodios que afectan la salud emocional y física de los menores. Psicólogos consultados por diferentes medios han señalado que estos fenómenos pueden estar relacionados con histeria colectiva, una reacción en cadena donde el miedo se amplifica entre grupos de jóvenes muy susceptibles a la sugestión. Otros especialistas consideran que el contenido al que los estudiantes se exponen en redes sociales, especialmente relacionado con rituales, supuestos demonios o retos paranormales, puede desencadenar episodios de ansiedad intensa.
Lo más preocupante es que hasta el momento se desconoce el origen exacto del juego, cómo se difunde o qué instrucciones da a los estudiantes. Padres de diferentes comunidades han solicitado a las autoridades una investigación urgente, pues consideran que estos retos, independientemente de si tienen un trasfondo espiritual o psicológico, representan un serio peligro para la integridad de los menores. Maestros también han pedido orientación para saber cómo manejar estas situaciones en caso de que vuelvan a aparecer.
Por ahora, el Ministerio Público no ha ofrecido ninguna respuesta oficial ni ha detallado qué medidas piensa tomar para evitar que este tipo de casos se repita. Mientras tanto, las escuelas continúan reforzando la vigilancia y advirtiendo a los alumnos sobre los riesgos de participar en actividades o retos virales que puedan afectarles emocionalmente. Lo único seguro es que se requiere un esfuerzo conjunto entre autoridades, padres, maestros y especialistas en salud mental para proteger a los más vulnerables y evitar que este fenómeno siga extendiéndose.