Porta dos Fundos se ha convertido en un fiel combatiente contra el Evangelio y contra todo lo que representa la fe cristiana. Cada año lanzan nuevos especiales de Navidad sobre Jesús, en los cuales lo presentan como un borrachón, un irresponsable, o incluso como un mujeriego sin moral. Estas producciones, disfrazadas de humor y “arte”, se publican abiertamente, y la supuesta libertad de expresión se utiliza como escudo para justificar ataques directos a la figura central del cristianismo. Sin importar la sensibilidad religiosa de millones de creyentes, estos contenidos siguen circulando sin restricciones, normalizando la burla hacia lo sagrado y fomentando una visión distorsionada de Cristo.
En uno de sus videos más recientes, titulado «Carpintero», se muestra a un soldado romano entrando al taller de Jesús para pedirle que construya una cruz. Lo particular —y ofensivo— es que el soldado le da especificaciones muy detalladas que hacen evidente que la cruz está destinada al mismo Jesús. La escena está elaborada para provocar risa a costa de un momento profundamente sagrado para los creyentes: la entrega voluntaria de Cristo en la cruz por la salvación del mundo. Lejos de ser humor inocente, es una burla directa al sacrificio más importante de la historia.
La situación se vuelve aún más irreverente cuando el soldado convence a Jesús de que él mismo cargue la cruz a cambio de un poco de dinero extra. Finalmente, en el camino, termina crucificándolo. Para algunos espectadores, este tipo de contenido podría parecer una simple broma o una sátira más. Sin embargo, para quienes conocen la profundidad del evento histórico de la crucifixión, resulta claro que no se trata solo de humor, sino de una blasfemia abierta contra la obra más trascendental de la fe cristiana y contra la persona más importante de toda la existencia. Minimizar la crucifixión es minimizar la redención misma.
Este tipo de ataques no son nuevos. Desde hace años, múltiples cristianos han denunciado la burla constante que Porta dos Fundos hace respecto a Jesús y a los símbolos más sagrados de la fe. Ya en ocasiones anteriores, un grupo civil llevó ante la justicia uno de sus especiales de Navidad por considerarlo ofensivo y deliberadamente provocador. Sin embargo, la productora salió victoriosa frente al juez bajo el argumento de la famosa “libertad de expresión”. Lo más sorprendente es que el grupo religioso que presentó la denuncia terminó condenado por “litigio de mala fe”, como si defender la fe fuera un acto indebido o carente de fundamento.
Según informes, esta condena incluyó multas económicas significativas para los creyentes que presentaron la denuncia. Se les ordenó pagar diez veces las costas, los honorarios y los gastos fijados por el juez, una suma de alrededor de R$ 10.000. Además, se les impuso una multa equivalente al trece por ciento del valor total de la causa. Es decir, no solo se desestimó su preocupación legítima por la burla hacia Jesús, sino que fueron castigados económicamente por intentar defender aquello que consideran sagrado. Esto demuestra que, en muchas sociedades, la libertad de expresión funciona de manera selectiva.
La llamada libertad de expresión parece existir solo para ciertos grupos y causas. Para algunos colectivos, cualquier crítica se considera odio; pero cuando se trata de mofarse del cristianismo, de Jesús o del Evangelio, entonces todo está permitido. La balanza está claramente inclinada y muestra una tendencia preocupante: se protege cualquier discurso, menos aquel que busca defender la verdad del Evangelio. Mientras tanto, millones de cristianos deben soportar la burla constante sin que sus denuncias sean tomadas en serio.
NOTA DEL EDITOR: ¿Qué habría pasado si una productora cristiana hubiese realizado un video humorístico burlándose de la comunidad del abecedario? Sin duda, las consecuencias habrían sido inmediatas: cancelaciones, protestas, demandas y censura. Pero cuando la burla es contra Cristo, aparentemente todo se justifica.
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