Adoremos al Señor, Él es nuestra esperanza viva

Muchas personas se sienten desesperanzadas a causa de los tiempos que estamos viviendo, pero te tengo una noticia que cambiará tus pensamientos: Dios está vivo, recuerda que Él murió en la cruz del calvario y dijo que se levantaría al tercer día y así aconteció. Este es nuestro Dios que ahora vive por los siglos de los siglos, Él es nuestra esperanza. Adoremos Su Santo y glorioso nombre para siempre.

Alabemos a Dios en todo tiempo, demos gloria por Su sacrificio por nosotros en la cruz. Cantemos al Dios de nuestra esperanza, en nadie más podemos encontrar esperanza sino en Dios. Aunque el mundo nos quiera hacer creer que todo está perdido, nosotros sabemos que en Cristo todo se renueva. Su resurrección es el mayor recordatorio de que nada está perdido cuando Él está presente, porque donde hay muerte Él trae vida, donde hay llanto Él trae gozo, y donde hay oscuridad Él hace resplandecer Su luz.

Solo en Él podemos mantener nuestras esperanzas vivas, si en algún momento perdiste las esperanzas, levántate en el nombre del Señor y alaba Su Santo nombre, bendice Su nombre porque Él es tu esperanza viva, que cuida de ti, que te cubre bajo Sus alas. Él es el Dios que te ama. Cuando la vida parezca difícil, recuerda que tu Redentor vive y tiene cuidado de ti. Él nunca llega tarde, y aunque parezca que el panorama es incierto, Su palabra promete que los que confían en Él no serán avergonzados. Esa es la seguridad del creyente: que aun en medio de la tormenta, el Señor sigue siendo nuestro refugio y fortaleza.

Hubo un hombre que padeció en muchas ocasiones, pero no se detuvo, siguió adelante, Él no dejaba de adorar el nombre de Dios, de bendecir Su Santo y bendito nombre. Dios era su esperanza y por eso él la depositaba en Sus manos, porque en Él estaba su seguridad. Este hombre fue David, quien enfrentó persecución, angustia y soledad, pero nunca dejó de confiar en el Señor. En sus peores momentos, encontraba consuelo en alabar a Dios, porque sabía que su socorro no venía de los hombres, sino del Creador del cielo y de la tierra. Así también nosotros debemos mantener nuestra mirada fija en Cristo, sin importar las circunstancias.

¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
Salmos 42:11

El salmista le hace varias preguntas a su alma, esto él lo hacía porque sabía que su esperanza estaba puesta en las manos de Dios. ¿Por qué te turbas? Alabemos a Dios, no importa que nuestras almas estén abatidas o turbadas. Dios está con nosotros. Es natural que a veces sintamos tristeza o preocupación, pero debemos recordar que hay poder en la alabanza. Cuando elevamos nuestras voces a Dios, nuestro espíritu se fortalece y la fe crece dentro de nosotros. Alabar en medio de la dificultad es una muestra de confianza total en el Señor.

Alabemos a Dios, porque cada día recibimos fortaleza y gozo en Su nombre. Alabemos. Él nos da nuevas fuerzas como las del águila para seguir adelante, nos sostiene con Su diestra y nos llena de paz que sobrepasa todo entendimiento. Aunque el mundo cambie, Su amor permanece inmutable, y esa es nuestra verdadera esperanza. No pongas tu confianza en las circunstancias ni en los hombres, sino en Aquel que venció la muerte y reina para siempre. Levanta hoy tu voz y di: “Mi esperanza está en el Dios vivo, que nunca falla y siempre cumple Su palabra”.

Así que, hermanos, mantengamos firme la fe, no dejemos que el desánimo nos aparte de la verdad. En todo momento, recordemos que Jesús vive, y porque Él vive, nosotros también viviremos. Que nuestra vida sea un reflejo de gratitud y adoración a ese Dios que nos da esperanza, consuelo y salvación eterna. Amén.

...
Alabanza por las bendiciones de Dios
Cantaré cánticos a mi Señor, porque me ha hecho conocer su justicia