Alaberé a Dios por Su misericordia

Esta, Su gran misericordia es la que siempre nos has sostenido, de día en día hemos visto la mano de Dios obrar de manera poderosa, desde la antigüedad hasta el tiempo presente, porque Dios no cambia, Él sigue siendo el mismo.

Estamos de pie porque Dios lo ha permitido, por eso debemos dar gracias por Su gran amor, por Su bondad y por Su gran misericordia.

En la vida surgen diversas dificultades las cuales no podemos enfrentar con nuestras propias fuerzas. También pensamos que caminamos con los mejores pasos, pero Dios es quien conoce nuestros pasos, Él es quien afirma nuestro caminar y sabe dónde pisamos. Alabemos a Dios por esta su gran misericordia.

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.
Salmos 63:3-4

Seamos agradecidos del Señor y no solo por un momento, sino que siempre vivamos con un pleno agradecimiento hacia Dios, enalteciendo Su nombre, reconociendo que es un Dios de poder y que tiene el dominio de todo.

En los versículos que vimos en este artículo podemos notar la importancia de la misericordia de Dios. Es muy importante porque Él es quien da la vida y es quien la quita. Si estamos vivos, respiramos y podemos dar pasos hacia adelante, es porque Él lo ha querido, solo Él conoce todas las cosas, y nos conoce a nosotros, por eso demos gloria y alabanzas a Dios, Él es maravilloso y su misericordia es por los siglos de los siglos. Amén.


La misericordia de Dios es una de las mayores expresiones de Su amor hacia la humanidad. A través de toda la Biblia encontramos ejemplos de cómo Dios, en Su infinita compasión, ha perdonado, restaurado y levantado a Su pueblo aun cuando este le fallaba. Su misericordia no tiene límite ni fecha de caducidad, porque proviene de un corazón eterno y lleno de bondad. Él no trata con nosotros conforme a nuestras faltas, sino conforme a Su inmenso amor y fidelidad.

Cada día que despertamos y vemos la luz de un nuevo amanecer, es una muestra clara de que Su misericordia sigue actuando. No importa cuántas veces tropecemos, Él está dispuesto a darnos una nueva oportunidad. Por eso, debemos reconocer que no es por nuestra fuerza ni por nuestro mérito que permanecemos firmes, sino por Su gracia que nos sostiene. La misericordia de Dios es ese escudo invisible que nos cubre en los momentos de angustia y debilidad.

Recordemos que esta misericordia no solo se manifiesta en los grandes milagros, sino también en los pequeños detalles de cada día: en el aire que respiramos, en la salud, en la familia, en la paz del corazón, y en la oportunidad que tenemos de acercarnos a Él en oración. Dios obra en silencio muchas veces, pero Su mano poderosa nunca deja de actuar a favor de los que le aman y confían en Él.

Así como el salmista reconocía que la misericordia de Dios era mejor que la vida, nosotros también debemos vivir con esa certeza. Sin la misericordia de Dios, no podríamos resistir las pruebas ni encontrar consuelo en medio del dolor. Pero con ella, hallamos propósito y esperanza incluso en las circunstancias más oscuras. Esa es la razón por la cual debemos alabar Su nombre con gozo, levantar nuestras manos y proclamar Su fidelidad a todas las generaciones.

Hoy es un buen momento para detenernos y reflexionar: ¿cuántas veces hemos experimentado la misericordia de Dios sin notarlo? Tal vez en aquella ocasión en que todo parecía perdido y Él abrió una puerta inesperada; o cuando nuestras fuerzas se agotaban y Él renovó nuestro espíritu. Cada día, Su misericordia se renueva sobre nosotros como un nuevo amanecer lleno de esperanza y promesas.

Vivamos agradecidos, reconociendo que la misericordia de Dios es más grande que nuestros errores. Él no nos abandona, sino que nos levanta, nos restaura y nos invita a seguir adelante. Que cada respiración sea un recordatorio de que Su amor permanece firme, y que cada palabra de alabanza sea una ofrenda de gratitud por Su eterna misericordia. ¡A Dios sea toda la gloria y el honor por siempre!

...
Cantaré a mi Dios con todo lo que soy
Alabemos a Dios que creó todas las cosas