Alaben todos a Dios, den grito de júbilo por Su gran amor, por Sus maravillas, porque solo Él es digno de alabar.
Estemos todos alegres porque Dios es el Dios de nuestras salvación, rindamos a Él loor y agradezcamos porque su diestra nos ha sostenido, por Su gran ayuda, alabemos porque cada día nos cuida y nos protege, cantemos al Dios que ha hecho que nuestras vidas sean diferentes.
Al Dios de mi salvación cantaré de día y de noche, porque Su gran misericordia me ha cubierto, porque en el Señor he estado seguro, procuraré que al levantarme y al acostarme sea el nombre del Señor enaltecido para siempre.
Alabo al Señor porque Él es bueno, alabo a Dios porque es grande, alabaré a Dios, porque Su bondad me ha mantenido de pie, cantaré a mi Dios porque creó todas as cosas que existen. A Él daré mi mejor alabanza.
Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré.Salmos 28:7
Reinas Tú poderoso Dios para siempre, reinas porque Tú eres digno de todo reino y loor, porque Tú eres creador y Señor de todo, Tú tienes el control de todas las cosas, tuyo es el dominio y toda autoridad, el imperio y la gloria pertenecen solo a Ti, la alabanza y el poder son tuyos y Tú te glorificas en cada uno de ellos, por eso hoy nos postramos delante de Ti, expresando lo maravilloso que eres, hablando de Tus buenas obras, por eso debemos reconocer lo importante y maravilloso que eres en nuestras vidas, oh Dios Salvador y Creador de todas las cosas que hoy nos rodean. Gracias Dios por ser nuestro escudo y guía, a Ti cantamos con el corazón.
Por eso al igual que el escritor del versículo que vimos en este artículo, te pedimos que nos sigas guiando en todo momento y que cada día podamos cantarte con todo el corazón aunque no tengamos fuerza. Confiemos en Dios porque Él es y seguirá siendo nuestro escudo.
Al meditar en estas palabras, comprendemos que alabar a Dios no debe ser algo ocasional o motivado únicamente por momentos de alegría, sino una expresión constante de gratitud por Su fidelidad. Cada amanecer es una nueva oportunidad para reconocer Su misericordia, para declarar con nuestra boca que Él es bueno y que su amor permanece para siempre. Aunque enfrentemos pruebas, recordemos que Su Espíritu nos fortalece y que en medio de la dificultad siempre hay razones para cantar.
La verdadera alabanza nace del corazón agradecido, del alma que reconoce que sin Dios nada puede hacer. Cuando elevamos nuestras voces en adoración, no solo estamos cumpliendo con un acto religioso, sino que estamos participando en un encuentro espiritual con el Creador del universo. Él habita en medio de las alabanzas de Su pueblo, y cuando le alabamos, su presencia se manifiesta trayendo consuelo, paz y restauración.
También debemos recordar que alabar a Dios es una forma de testimonio. A través de nuestras canciones, de nuestras palabras y actitudes, otros pueden ver la grandeza de nuestro Señor. Por eso, cuando proclamamos Su nombre, estamos mostrando al mundo que hay un Dios vivo que transforma corazones y que ofrece salvación a todos los que le buscan con sinceridad.
Si miramos los salmos, veremos que el rey David era un hombre que entendía el valor de la alabanza. En momentos de angustia, persecución o dolor, siempre encontraba la manera de glorificar al Señor. Esto nos enseña que no importa la circunstancia que atravesemos, siempre hay un motivo para exaltar Su nombre. Dios escucha la alabanza sincera, aquella que brota del alma que confía en Su poder y en Su amor eterno.
Así que hoy te animo a levantar tu voz, a darle gracias al Señor por todo lo que ha hecho en tu vida. Alábale con gozo, canta con fe y deja que tu corazón rebose de gratitud. Cada palabra de adoración es una semilla que siembras en tu espíritu, y que traerá fruto de bendición, paz y fortaleza. Que en todo tiempo podamos decir: “A Ti cantaré, Señor, porque Tú eres mi escudo, mi refugio y mi salvación”.
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