Sea la gloria, sea el imperio, por los siglos de los siglos, para nuestro Dios. Todo lo que existe, los cielos, la tierra, los mares y todo lo que en ellos habita, fue creado para alabar el nombre del Señor. Que toda criatura, desde las bestias del campo hasta los peces en lo profundo del mar, exalte Su nombre. Que el universo entero se incline ante la grandeza de Dios y proclame Su poder por toda la eternidad. Él es digno, santo y soberano, y por eso toda la creación debe rendirse ante Él con corazones llenos de gratitud.
No debemos esperar solo los momentos de dolor o dificultad para postrarnos delante de Dios. Aunque Él es nuestro socorro en tiempos de angustia, también merece ser exaltado en medio de la alegría, la abundancia y la paz. Cada día de nuestra vida debe ser una oportunidad para honrar a Dios, agradecer Su misericordia y adorar Su nombre. La Biblia nos recuerda que sea que vivamos o muramos, debemos hacerlo para la gloria del Señor. No hay otro Dios como Él, que hace maravillas, que extiende Su mano poderosa y nos sostiene aun cuando no lo merecemos.
Desde el amanecer hasta el anochecer, nuestras vidas deben ser un cántico continuo de gratitud. Alaba a Dios en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en el llanto, en la escasez y en la abundancia. Él ha sido fiel desde el principio y lo seguirá siendo por siempre. El Dios a quien servimos es eterno, y Su misericordia no tiene fin. Por eso, debemos adorarle con todo lo que somos, no solo con nuestros labios, sino con nuestro corazón, nuestra obediencia y nuestra manera de vivir.
La misma Biblia habla repetidamente de la grandeza de Dios y de nuestro llamado a alabarle. No importa tu edad, nacionalidad, condición social o estado físico; todos estamos invitados a exaltar Su nombre. Alaba al Dios que nos amó primero, que envió a Su Hijo para salvarnos, que nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros pecados. Su nombre debe ser proclamado en las alturas, en las ciudades y en los lugares más remotos del mundo.
10 Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra;
los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas.
11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar;
canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo.
12 Den gloria a Jehová, y anuncien sus loores en las costas.
Isaías 42:10-12
Este pasaje del profeta Isaías es un llamado universal a todos los pueblos y naciones para alabar a Dios. Desde las costas hasta los desiertos, desde las aldeas pequeñas hasta las montañas más altas, todos deben levantar su voz para exaltar a Jehová. Él es digno de gloria, digno de honor y digno de toda alabanza.
Seamos obedientes a este poderoso llamado. Acerquémonos con reverencia, con un espíritu humilde y una voz de júbilo. Que nuestras alabanzas sean sinceras, como perfume agradable delante del trono de Dios. Adorar al Señor no es una obligación pesada, sino un privilegio inmenso que Él nos concede. No importa en qué lugar del mundo te encuentres, adora al Señor. Pon Su nombre en lo más alto, reconoce Su obra maravillosa y proclama Su bondad.
Dios sigue siendo bueno. Pueblo de Dios, batid las manos, aplaudid con gozo al Santo de Israel, porque Él reina y reinará por los siglos. Que toda la creación diga: ¡Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso! Amén.