Él es nuestro creador, cantemos solo a Él

Dios es nuestro creador, cantemos, demos gracias cada día por su gran misericordia. Un Dios creador de todo, lo hizo para que nosotros podamos ser buenos administradores y que podamos disfrutar de su creación perfecta.

5 Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, y fueron creados.
6 Los hizo ser eternamente y para siempre;
Les puso ley que no será quebrantada.
7 Alabad a Jehová desde la tierra,
Los monstruos marinos y todos los abismos;
8 El fuego y el granizo, la nieve y el vapor,
El viento de tempestad que ejecuta su palabra;
9 Los montes y todos los collados,
El árbol de fruto y todos los cedros;
10 La bestia y todo animal,
Reptiles y volátiles;
Salmos 148:5-10

¿Por qué debemos alabar el nombre de Dios?. Porque Él es bueno y su misericordia es para siempre, porque su amor para con cada ser humano es inmenso, seamos obedientes y cantemos para nuestro Dios en su honor y gloria. Demos alabanzas solo a Él.

Recordemos que Dios mandó y así se hizo como Él dijo, no creamos a lo que dicen muchas personas que todo se creó por una explosión, pero todos los que creemos en Dios y confiamos, sabemos que estas cosas existen porque hay un Dios soberano y maravilloso.

11 Los reyes de la tierra y todos los pueblos, Los príncipes y todos los jueces de la tierra;
12 Los jóvenes y también las doncellas,
Los ancianos y los niños.
13 Alaben el nombre de Jehová,
Porque sólo su nombre es enaltecido.
Su gloria es sobre tierra y cielos.
14 El ha exaltado el poderío de su pueblo;
Alábenle todos sus santos, los hijos de Israel,
El pueblo a él cercano.
Aleluya.

Es impresionante ver todas las cosas creadas por Dios. Cuando leemos Su Palabra vemos el amor que nuestro Dios tiene para nosotros. Por eso debemos reconocerle cada día. No olvidemos algo, Dios es Dios y nos mira desde los cielos, seamos obedientes y postrémonos delante de Él y cantemos salmos a su glorioso nombre. Así que, alabemos el nombre de Dios.

Cuando observamos la naturaleza, el sol, la luna, las estrellas y todo lo que nos rodea, podemos notar la huella del Creador en cada detalle. Nada de lo que existe fue hecho al azar, sino por la poderosa palabra de Dios, quien ordenó que todo fuese y todo fue hecho. Él estableció leyes que rigen el universo, y ninguna de ellas se quiebra sin que Él lo permita. Cada amanecer es un recordatorio de que el Señor sigue sosteniendo Su creación con amor y fidelidad.

La creación entera alaba a Dios. Los mares rugen su grandeza, los árboles aplauden con sus ramas, los montes se inclinan ante Su presencia. El ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios, también ha sido creado para alabarle, para rendirle honra y gratitud. Cuando una persona levanta su voz para cantar a Dios, se une a una sinfonía universal donde todo lo creado celebra al Creador.

Cada respiración que damos es motivo de adoración. Si miramos bien, todo lo que tenemos y somos depende de Su bondad. La vida, la salud, la familia, la paz y las oportunidades vienen de Su mano. Por eso, la adoración no debe limitarse a los templos o los domingos, sino que debe ser parte de nuestro diario vivir. En todo momento podemos decir: “Gracias, Señor, porque tú eres bueno y tu misericordia es eterna”.

El salmista nos invita a unirnos a esa alabanza colectiva: jóvenes, ancianos, reyes, príncipes, niños, todos deben reconocer que solo el nombre de Jehová es digno de ser exaltado. No hay otro nombre en el cielo ni en la tierra con tanto poder y autoridad. A Él pertenece toda la gloria, porque Él reina sobre los cielos y la tierra.

Reflexionemos cada día en lo que Dios ha hecho por nosotros. En medio de la rutina o las dificultades, recordemos que el mismo Dios que creó los cielos es quien sostiene nuestras vidas. Él no se ha olvidado de Su pueblo, y cada alabanza que sale de un corazón sincero sube hasta Su trono como un perfume agradable.

Que cada lector pueda detenerse un momento para mirar el cielo y decir: “Gracias, Señor, por tu creación, por tu amor, por permitirme ver tus maravillas”. Alabemos a Dios no solo con palabras, sino con nuestras acciones, con una vida que refleje Su grandeza. Porque cuando vivimos conforme a Su voluntad, estamos ofreciendo la mejor adoración: la obediencia.

Así que, cada día al levantarte, recuerda este llamado: “Alaben el nombre de Jehová”. Que tu voz se una al coro de la creación, y que tu corazón rebose de gratitud hacia Aquel que todo lo hizo perfecto. ¡Aleluya!

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Un verdadero adorador es más que un espectador
Si no cantamos a Dios es porque no estamos siendo agradecidos