Que nada de lo que tenemos en este mundo nos haga perder la comunión que tenemos con Dios, sigamos invocando Su nombre, cantemos a Él llenos de regocijo.
No hay nada más grande y bueno que tener la presencia de Dios, por eso debemos alabar Su nombre para siempre. Por eso nuestro canto al Señor debe estar firme, que cuando nos sintamos que vamos a caer clamemos a Él, Él nos fortalecerá y de esta forma continuaremos.
Recordemos que debemos cantar en medio de la tormenta, nuestros procesos no deben apagar nuestra adoración, no deben detener las alabanzas que tenemos en nuestros corazones para dedicarlas a Dios.
Hubo dos hombres de Dios que fueron presos por llevar el evangelio de Cristo a las naciones, pero esto no detuvo el propósito de Dios. La Biblia dice que estos dos hombres cantaron al Señor mientras estaban en prisión. La cárcel tembló y las puertas fueron abiertas. Estas son evidencias de que Dios no nos deja solo, por eso cantemos y alabemos a Dios.