De noche Su cántico estará conmigo, que aún en mis sueños yo pueda adorar a mi Dios, con el alma, mente y corazón, que pueda yo siempre con mis labios dar buenas alabanzas y adoración al Dios de mi vida, porque Él es digno.
Elevaré mi voz solo para dar loor a Él, porque Él me ha hecho para la alabanza de su santo y bendito nombre, y es por eso que a Ti mi Señor canto con todo mi ser.
Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida.
Salmos 42:8
Así como sus misericordias estarán conmigo, mi alabanza estará en mi boca para exaltar el nombre de el Dios Todopoderoso. Señor, que nuestro anhelo siempre sea darte la mejor adoración.
Ayúdanos cada día a darte lo mejor día y noche, porque todos los día queremos bendecirte con nuestra mejor adoración, que en nuestras vidas Tú siempre tengas el primer lugar, que nuestro respirar seas Tú mi Dios.
Cántico nuevo queremos darte cada día mi Señor, por eso nos humillamos y menguamos para que Tú cada día crezcas, que seas enaltecido por toda la humanidad, que todos pueden cantar un cántico nuevo para Ti Señor.
Te alabamos porque Tus misericordia son nuevas cada día, porque Tú Dios te compadeces de Tus siervos, les ayudas y les levantas en momentos malos, por eso nosotros debemos ser más que agradecidos y darte nuestra mejor alabanza, una alabanza que adorne Tu trono.
No importa la situación que estés pasando, solo dale a Él la gloria, levanta tus manos y que los demás puedan también ver que Dios merece la mejor alabanza.
Cuando el salmista escribió que “de noche Su cántico estará conmigo”, estaba expresando una profunda intimidad espiritual. En medio de la oscuridad, mientras todo duerme, su alma seguía despierta alabando a Dios. Esto nos enseña que la adoración no depende del momento ni del lugar, sino de una conexión constante con nuestro Creador. Aun en la soledad o en las pruebas más difíciles, el cántico interior del creyente continúa porque su fe no se apaga con la noche.
El cántico nocturno representa esa confianza silenciosa en el Señor, cuando el corazón recuerda sus promesas y halla descanso en su presencia. Hay quienes lloran durante la noche, pero aquellos que aman a Dios cantan, porque saben que Su fidelidad se renueva cada mañana. Tal como dice en Lamentaciones 3:22-23: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana”.
Cada adorador verdadero debe aprender a tener un cántico en la noche. No se trata solo de entonar una melodía, sino de tener un espíritu agradecido que reconoce la grandeza de Dios en todo momento. Esa adoración genuina atrae la presencia del Espíritu Santo y transforma las circunstancias, porque Dios habita en medio de las alabanzas de su pueblo.
Cuando nos encontramos en medio de dificultades, la alabanza se convierte en un acto de fe. Al cantar en la noche, declaramos que seguimos confiando en Dios aunque todavía no veamos la luz del amanecer. Es una forma de decir: “Señor, sé que estás obrando, aunque no entienda todo ahora”.
Por eso, cada día debemos esforzarnos por mantener viva esa llama de adoración, tanto en los momentos de gozo como en los de tristeza. La alabanza no solo adorna el trono de Dios, también fortalece el alma del creyente, nos renueva y nos recuerda que no estamos solos. Él está con nosotros de día y de noche, en el valle y en la cima.
Que este salmo inspire a cada lector a mantener un corazón agradecido, una boca dispuesta a cantar, y una mente enfocada en el Señor. Que aun cuando la noche sea larga, el cántico de Dios esté contigo, recordándote que Su amor nunca se apaga y que Su misericordia es eterna.