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Canta de sus misericordias para siempre

Este artículo se basa en los dos primeros versículos del salmo 89, escrito por Etán. Aunque la Biblia nos hable de distintos Etán en el antiguo testamento, sabemos que del Etán que se está hablando aquí es del mismo que se habla en 1 Reyes 4:31. Este fue famoso por su sabiduría, aunque obviamente opacado por el rey Salomón, lo que quiere decir que Etán posiblemente fue un Salomón y estuvo vivo en el reinado de David.

El salmo 89 es otro Salmo donde el nombre de Dios es glorificado y mandado a glorificar a través de Etán, y volvemos a repetir lo mismo que hemos dicho en todos nuestros artículos: «Cada escrito de la Biblia es para glorificar y exaltar el nombre de Dios».

El salmista dijo:

1 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.

2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los cielos mismos afirmarás tu verdad.

Salmos 89:1-2

«La misericordia de Jehová cantaré perpetuamente» Esto es una muestra de como saber que no solamente proclamamos a Dios aquí en la tierra, sino que le proclamaremos, alaberemos, glorificaremos, adoraremos, por toda una eternidad, y esa es la esperanza de cada creyente en esta tierra, sí, esa debe ser nuestra esperanza.

Hermanos, esta declaración que hace Etán es importante: «De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca». Declaremos eso también, que durante toda nuestra existencia haremos notorio que existe un Dios poderoso, un Dios que salva, que liberta, ¡amén!

Etán comienza este salmo recordando algo esencial: la fidelidad de Dios es eterna. Aunque las generaciones pasen y los tiempos cambien, Dios sigue siendo el mismo. Él no cambia, su palabra es firme y su misericordia se renueva cada mañana. Esta es una verdad que el creyente debe tener grabada en su corazón, pues vivimos en un mundo lleno de inconstancia, pero Dios permanece fiel. Su fidelidad no depende de nuestras circunstancias ni de nuestros méritos, sino de su naturaleza santa e inmutable.

El salmista no solo reconoce la fidelidad de Dios, sino que decide proclamarla con su boca. Esta es una invitación para nosotros a no callar las obras del Señor. Debemos hablar de su bondad en nuestras casas, en las calles, con nuestros amigos y familiares. Proclamar su fidelidad es una manera de testificar que Él cumple sus promesas, que nunca falla y que en medio de cualquier adversidad podemos confiar plenamente en su palabra.

Etán también resalta que la misericordia de Dios es edificada para siempre. Esto nos enseña que todo lo que Dios hace tiene un propósito eterno. Él no obra de manera pasajera o limitada, sino que lo que edifica, lo establece con fundamentos sólidos en los cielos. Así como los cielos no se mueven de su lugar, así también la verdad de Dios permanece firme por los siglos.

Cada vez que cantamos a Dios, estamos siguiendo el ejemplo de los salmistas. Nuestras alabanzas deben estar llenas de gratitud, reconociendo que si hoy tenemos vida, es por su misericordia. Que nuestras canciones sean un testimonio vivo de que nuestro Dios sigue actuando, sigue salvando, sigue mostrando su amor a toda la humanidad.

Que este salmo nos inspire a vivir con una actitud de constante adoración. No esperemos a tener momentos perfectos para alabar, porque la verdadera adoración surge en medio de cualquier situación, cuando decidimos confiar en el Dios que nunca cambia. Cantemos de su fidelidad y de su amor eterno, pues Él es digno de toda gloria y honor.

Así como Etán proclamó la misericordia y la verdad de Dios, también nosotros debemos hacerlo hoy, usando nuestras voces, nuestras vidas y nuestras acciones para demostrar que servimos a un Dios real. Que cada generación que venga detrás de nosotros conozca por medio de nuestras palabras y testimonios que Jehová es fiel y su misericordia es para siempre. ¡Aleluya!

Para siempre alabaremos Tu nombre
Cantad a Dios, cantad
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