Icono del sitio Mi Mejor Alabanza

Sea llena mi boca de tu alabanza

Que con mi boca pueda cada día hablar de Tu gran poder y cantar de Tu gran amor, que mi boca sea rebosada de alabanzas para Ti, oh mi Rey amado. Tú eres mi sustento, por eso te alabo y rindo mis mejores adoraciones solo a Ti mi Dios bueno, grande y poderoso.

Con mi alabanza puedo siempre enaltecerte en todo los pueblos y donde quiera que me encuentre puedo anunciar Tu nombre con cánticos nuevos.

Tú eres mi Dios y solo a Ti debo dar lo mejor de mí, por eso eres bendito para siempre mi Dios, mi Rey, que mi corazón siempre esté rebosado de alabanzas para Ti mi Dios, porque no hay un Dios tan grande como Tú.

Cada vez que vayas a darle alabanzas a Dios, es bueno que sean del corazón, que sean sinceras, porque Dios no recibe adoración que no vengan desde el corazón, Dios es Dios, a Él debemos darle lo mejor, gloria y honra solo a Él.

Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día. Salmos 71:8

Es como nos dice el versículo anterior, nuestras bocas siempre deben estar rebosadas con alabanzas a nuestro Dios, que no cesemos de alabar y glorificar a nuestro Dios, porque Él se merece toda alabanza de su creación.

Suyos somos, creados por Él, y no debemos ignorar que solo a Él debemos dar todo loor, porque no existe otro Dios, solo ante Él podemos nosotros rendirnos.

Con manos levantadas, exaltamos a Dios, diciendo de Él que es bueno, cantando de su paz, amor y misericordia que nos acompañan cada día. Demos a Él gracias, porque Él ha sido bueno. Alabemos a Dios por sus proezas y maravillas, porque cada vez que miramos a los cielos, los animales de todas especies, la tierra y su tamaño, vemos cuan magnífico y poderoso es Él. Por eso nuestro corazón debe rebosar con cánticos nuevos al Dios Todopoderoso, el que hace todas las cosas posibles, solo Él vive por los siglos de los siglos. Amén.

La alabanza es una expresión del alma agradecida. No se trata únicamente de cantar o levantar las manos, sino de reconocer quién es Dios y lo que Él ha hecho en nuestras vidas. Cuando adoramos, recordamos su fidelidad, su misericordia y su amor inagotable. Cada palabra de agradecimiento y cada cántico sincero es una ofrenda espiritual agradable ante su presencia. La Biblia nos enseña que Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo (Salmo 22:3), y es allí donde encontramos fortaleza y paz para continuar nuestra jornada cristiana.

Adorar a Dios también transforma nuestro interior. Una persona que alaba sinceramente experimenta gozo, sanidad y esperanza. A través de la alabanza, se rompen cadenas de tristeza, ansiedad o desesperanza, porque el corazón se enfoca en el poder y la grandeza del Creador. En los momentos difíciles, cuando parece que no hay salida, levantar la voz para decir: “Señor, Tú eres digno” cambia completamente la perspectiva del alma. El mismo David alababa incluso en medio de la persecución, porque sabía que la alabanza trae victoria espiritual.

No hay situación en la que no podamos adorar. Aun cuando nos falten fuerzas o palabras, el simple hecho de reconocer la soberanía de Dios es una forma de alabanza. El apóstol Pablo y Silas, mientras estaban encarcelados, cantaban himnos a Dios, y las cadenas fueron rotas (Hechos 16:25-26). Así también nosotros podemos ver milagros cuando decidimos exaltar el nombre del Señor por encima de las circunstancias.

Por tanto, que nuestra boca no se canse de declarar su bondad, y que nuestro corazón sea un instrumento afinado por el Espíritu Santo para cantar a su gloria. Cada día es una nueva oportunidad para hablar de su grandeza, compartir su Palabra y proclamar que Jesús vive y reina por siempre. Que el Señor encuentre en nosotros verdaderos adoradores, aquellos que le adoran en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24), porque esa es la adoración que agrada a Dios. Amén.

Te alabaré con rectitud de corazón
A ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado
Salir de la versión móvil