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Cantante cristiana critica ministros de alabanza por promover idolatría en la iglesia

Nívea Soares es una cantante brasileña muy respetada en el ámbito cristiano. Conocida por su voz, profundidad espiritual y discreción en las redes sociales, rara vez se involucra en polémicas o debates públicos. No suele exponer su vida privada ni emitir opiniones que generen controversia. Sin embargo, recientemente sorprendió a muchos de sus seguidores al compartir un mensaje fuerte y directo sobre el rumbo que está tomando la música cristiana contemporánea. Según ella, algunos cantantes han olvidado a quién deben dirigir sus canciones y han sustituido la figura de Cristo por su propia imagen.

En sus palabras, Nívea afirmó: “Como ministros de alabanza no somos llamados a entretener ni a simplemente cantar canciones (hasta los papagayos cantan). Nuestra misión es facilitar para que la iglesia tome conciencia de la presencia constante del Espíritu Santo, tenga una revelación de Jesús y del Padre, y lo adore”. Con esto, la cantante recuerda que el propósito principal de la música cristiana no es el espectáculo, sino la adoración genuina.

Añadió que la intimidad con Dios no se desarrolla en los escenarios ni frente a multitudes, sino en lo secreto, en la vida diaria de oración, obediencia y búsqueda de la Palabra. “Jesús solo hacía lo que veía al Padre hacer y solo hablaba lo que escuchaba del Padre. No podemos vivir de forma diferente”, citando Juan 8:38. Con esto, invita a los ministros a imitar la dependencia y obediencia de Cristo.

Luego, Nívea Soares hizo una advertencia a los llamados “ministros huérfanos espirituales”, es decir, aquellos que buscan afirmación únicamente en el aplauso del público. “Se alimentan, se afirman y se embriagan con los elogios de las personas, y al mismo tiempo son destruidos por las críticas. Eso muestra falta de identidad en Dios”. Cuando alguien busca la gloria de los hombres, —dice Nívea— es porque aún no comprende el amor y afirmación que vienen del Padre Celestial.

Según ella, este tipo de actitud produce idolatría en la iglesia: se exalta al cantante y no a Cristo. Y esto, lejos de edificar, “apaga el Espíritu” y convierte la adoración en un espectáculo vacío. Por eso, concluye su mensaje diciendo: “El Señor quiere sanar las plataformas en Brasil. Que, como hijos, permitamos ser corregidos por el Padre. ¡Volvamos al Señor!”.

Estas palabras resonaron en muchos cristianos, no solo en Brasil, sino en toda América Latina. Y es que la realidad que denuncia Nívea no es ajena a nuestras iglesias: conciertos llenos, luces, humo, tecnología y multitudes, pero corazones muchas veces distraídos, más atentos a la figura del adorador que a la presencia de Dios. Es triste, pero muchos asisten a eventos de “adoración” solo por el artista invitado, como si la verdadera adoración dependiera de un nombre famoso y no del Dios eterno.

No se trata de criticar la excelencia musical ni el talento, pues Dios es digno de lo mejor. El problema surge cuando el corazón se exalta, cuando el escenario se convierte en un pedestal y la adoración se convierte en entretenimiento. La Biblia es clara: Dios no comparte su gloria con nadie (Isaías 42:8). Y cuando la iglesia olvida esto, corre el riesgo de convertir la adoración en idolatría.

Por eso, es valiente y necesario que voces como la de Nívea Soares se levanten para recordarnos lo esencial: cantar no es lo mismo que adorar. Adorar no es emocionar a las masas, sino rendir el corazón a Cristo. Que este llamado nos lleve a examinar nuestros motivos y a devolverle a Jesús el lugar que nunca debió dejar: el centro de todo.

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