El viernes 9 de agosto de 2019 fue lanzada en Netflix la primera temporada de la serie Sintonía, que trata sobre tres adolescentes de una favela de São Paulo que luchan por sus sueños y conservar su amistad.
La serie es producida por Kondzilla, guionista y director brasileño. Uno de sus personajes es Rita, quien acude a la iglesia luego de tener problemas con una amiga. En la iglesia Rita encuentra restauración y ayuda para vencer los problemas familiares, también tiene la oportunidad de crecer dentro de la comunidad cristiana.
Nando es otro de los personajes principales y hace su carrera en el crimen organizado. El otro es MC Doni, que será un “playboy en la favela” y “favelado entre los playboys”.
Sintonía presenta las iglesias evangélicas como un espacio acogedor, pero con un sesgo capitalista, esto debido a la influencia de la teología de la prosperidad en las doctrinas de muchas denominaciones y la percepción de un productor incrédulo sobre esa comunidad.
“Existe el lado espiritual, que es legítimo, auténtico, verdadero y transformador. Además de eso, existe un lado corporativo”, dijo Kondzilla.
Y eso es lo que pasa cuando los hombres distorsionan el mensaje original de la Palabra para obtener beneficios personales, el mundo comienza a ver la iglesia como lo que no es. Peor aún, productores incrédulos producen material audiovisual para retratar esas malas percepciones de la iglesia de Jesucristo.
Amados, el mensaje de nuestro Señor Jesucristo es un mensaje de salvación para el alma, debemos volver a las Sagradas Escrituras, los miembros de las congregaciones tienen el deber de examinar lo que se dice en los púlpitos para saber si está acorde con lo que dice la Biblia:
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
Hechos 17:11
Una mirada crítica a la representación de la fe
La serie Sintonía no deja de ser un reflejo de cómo muchos perciben la religión evangélica en Brasil y en el resto del mundo. Las producciones audiovisuales suelen mostrar el lado más visible y material de las iglesias, pero dejan de lado el verdadero poder transformador del Evangelio. El problema no está en la exposición mediática, sino en cómo el mensaje de Cristo ha sido distorsionado por algunos líderes que buscan su propio beneficio.
Cuando una serie o película decide representar a la comunidad cristiana, suele hacerlo desde una óptica humana y secular. Sin embargo, la fe no puede reducirse a estereotipos o estructuras institucionales; la verdadera iglesia no son los templos, sino los corazones de quienes creen sinceramente en el Señor Jesucristo.
El verdadero mensaje del Evangelio
El Evangelio no trata de acumular riquezas, ni de alcanzar prosperidad terrenal. El mensaje de Cristo siempre fue espiritual, enfocado en la redención del alma y la vida eterna. Cuando las iglesias se desvían de ese propósito, el mundo observa y juzga, creyendo que todas son iguales. Por eso es importante recordar que Jesús vino a servir, no a ser servido (Mateo 20:28), y que la verdadera prosperidad está en la obediencia a Dios y en vivir conforme a Su Palabra.
Cada creyente tiene la responsabilidad de representar bien el nombre de Cristo en medio de una sociedad que muchas veces rechaza o malinterpreta el Evangelio. El apóstol Pablo nos insta a no conformarnos a este siglo, sino a renovar nuestra mente (Romanos 12:2), para discernir la buena voluntad de Dios.
Reflexión final
Series como Sintonía nos recuerdan que el mundo está observando a la Iglesia. Por eso debemos ser luz y sal en medio de las tinieblas, mostrando con nuestras acciones la verdad del Evangelio. Más allá de lo que la televisión o las plataformas de streaming presenten, el testimonio de los verdaderos hijos de Dios es el que impacta realmente.
Volvamos a las Escrituras, oremos por discernimiento, y seamos testigos genuinos de la gracia de Cristo. Solo así lograremos que el mundo vea en nosotros no un reflejo distorsionado de la fe, sino el amor puro y transformador del Dios vivo.
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