Adoradores en los asientos de la iglesia

Todos tenemos un mandato para predicar el evangelio, pero hay otro mandato igualmente importante que muchas veces olvidamos: adorar a Dios. Predicar sin adorar produce un cristianismo seco y mecánico; adorar sin predicar produce una fe egoísta y silenciosa. La Biblia nos llama a hacer ambas cosas. El que no predica, desobedece, pero el que no adora no necesita un título, ni un ministerio especial, solo necesita volver su corazón a Dios y hacer un ajuste serio en su vida espiritual.

Desde Génesis hasta Apocalipsis, la adoración es un tema central. No es solo cantar, levantar manos o tocar un instrumento. Adorar es reconocer quién es Dios y responder con reverencia, gratitud, obediencia y amor. No se trata solo de un momento en el servicio dominical, es un estilo de vida. El Salmo 150:6 lo resume con claridad:

Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya. (Salmos 150:6)

Esto significa que cada ser que tiene vida fue creado para glorificar a Dios. No es una opción, es un mandato. La adoración es tan natural como respirar, pero el pecado la ha distorsionado, llevándonos a glorificar al hombre, al dinero, a artistas, al ego, y no al Creador.

Ahora bien, ¿hay personas espiritualmente muertas dentro de la iglesia? Lamentablemente sí. No porque hayan dejado de asistir, sino porque su corazón ya no responde a Dios. Están presentes físicamente, pero ausentes espiritualmente. Cantan con los labios, pero su corazón está lejos del Señor. A estos cristianos no debemos condenarlos, sino recordarles que la verdadera adoración nace de un corazón vivo, renovado por el Espíritu Santo.

Otro error común es pensar que los únicos responsables de adorar son los músicos o el grupo de alabanza. Ellos solo dirigen, pero no sustituyen nuestra adoración. El pueblo no es espectador; es participante. En muchas iglesias, mientras unos adoran, otros conversan, revisan el teléfono o simplemente observan. Pero la adoración no es un concierto ni un espectáculo, es un acto espiritual donde toda la iglesia se une para exaltar a Dios.

Jesús dijo: “el Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24). Esto significa adoración sincera, no mecánica. Adorar en espíritu es hacerlo desde lo más profundo del corazón, movidos por el Espíritu Santo. Adorar en verdad es hacerlo conforme a la Palabra de Dios, con una vida congruente, sin hipocresía. Dios no busca voces afinadas, busca corazones rendidos.

David adoraba mientras pastoreaba ovejas, Pablo adoraba en la cárcel, Job adoró en medio de su dolor. La adoración verdadera no depende de un micrófono, una tarima o una banda musical. Nace en la intimidad, cuando nadie te ve, cuando decides honrar a Dios incluso en medio de las pruebas.

Hermanos, no esperemos al domingo para adorar. Adoremos cuando despertamos, en el trabajo, en la enfermedad, en la alegría y en el silencio. Cada palabra de gratitud, cada acto de obediencia, cada oración sincera es un perfume que sube al trono de Dios. La adoración de esta tierra es solo un ensayo de lo que haremos por toda la eternidad.

Vivamos adorando con todo el corazón, no por obligación, sino por amor. Porque Él es digno, porque nos salvó, porque nos dio vida cuando estábamos muertos en pecado. Que nuestra vida completa diga: “A Él sea la gloria por los siglos de los siglos”.

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2 comments on “Adoradores en los asientos de la iglesia

  1. Hola mi nombre es felix Pedro hoy estaba pensando en algo bonito pero Dios me dado todo lo que hee pedido por que no creía que Dios existía pero me mostró que el es real y melo mostró con hechos me a dado lo que yo lee pedido y se que es real me mostró lo bueno que debo de aser es algo que tiene preparado parami hoy me siento agradecido com mi Dios amén y vendision

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