Todo comienza con un acontecimiento devastador: un incendio mortal envuelve la iglesia de St. James, ubicada dentro del campus universitario, y la destruye por completo. Las llamas consumen no solo el edificio, sino también la historia, los recuerdos y la fe de una congregación que había encontrado allí su hogar espiritual. El incendio no es solo material, sino también simbólico: representa el ataque, el silencio y el intento del mundo de apagar la luz de Cristo.
El Pastor Dave, interpretado nuevamente por David A.R. White, es uno de los primeros en llegar al lugar de los hechos. Su rostro refleja incredulidad, dolor y confusión. La iglesia que ha pastoreado por años queda reducida a cenizas ante sus ojos. Pero lo peor está por venir: en lugar de encontrar apoyo o consuelo, la universidad decide aprovechar la tragedia y niega el permiso para reconstruir la iglesia dentro de sus terrenos.
La universidad argumenta que un centro religioso no debería estar dentro de una institución de aprendizaje secular acreditada. Consideran que la presencia de la iglesia puede ser “divisiva” o “inapropiada” en medio de un campus donde conviven estudiantes de diferentes creencias. En otras palabras, quieren que el pastor Dave se vaya y que la fe sea silenciada.
Es entonces cuando el conflicto legal comienza. Dave decide no rendirse y lucha por sus derechos espirituales y los de su congregación. Para ello, pide la ayuda de su hermano Pearce, interpretado por John Corbett, quien es abogado… pero también ateo. Esta relación añade profundidad a la trama, pues no solo retrata una batalla en los tribunales, sino también dentro de una familia donde la fe y la incredulidad deben aprender a convivir.
A lo largo de la película se abordan temas como la libertad religiosa, la tolerancia, el perdón y la importancia de responder al odio con amor. El pastor Dave se enfrenta a críticas, burlas y traiciones, pero también debe luchar contra su propio corazón, lleno de dolor y deseos de justicia. La película no presenta a los opositores como simples villanos, sino como personas con heridas, dudas y razones humanas. Esto hace que el mensaje sea más realista: no se trata de ganar discusiones, sino de reflejar a Cristo en medio de ellas.
Uno de los elementos más destacados de esta película es que muestra que defender la fe no siempre se trata de hablar más fuerte, sino de amar más profundamente. El título “Una luz en la oscuridad” resume el propósito de esta entrega: recordar que, aun cuando todo parece perdido, la luz de Jesucristo sigue brillando.
Además, regresan personajes de las películas anteriores, lo que conecta emocionalmente al espectador con las historias previas. Se muestra cómo la fe no es solo un argumento intelectual, sino una relación con Dios que transforma vidas en medio de pruebas reales.
En definitiva, “Dios no está muerto 3” es una invitación a mantener la esperanza, a no responder con odio cuando nos atacan por nuestra fe, y a recordar que la iglesia no es un edificio, sino las personas que creen y viven el evangelio.
A continuación te dejamos el tráiler oficial de «Dios no está muerto 3»:
https://www.youtube.com/watch?v=aepZ-nrPA-w
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