Con cánticos de alabanzas vendré delante de mi Señor, le adoraré y exaltaré su Santo y bendito nombre, con mi corazón daré cosas buenas para Dios. Mi boca y mi corazón estarán dispuesto a rendir toda adoración a Dios.
Ante su presencia y majestad le exaltaré, pronunciaré Su palabra y Su gloria por todas las naciones, para que todo ser se rinda delante de Él y pueda dar alabanzas al Dios Todopoderoso.
Pero daré alabanzas de mi corazón con regocijo, porque en Su presencia hay plenitud de gozo y todo lo que vaya a salir de nosotros sea con regocijo para nuestro Dios. Dios es quien nos viste de alegría y su victoria sobre nosotros esta. Por eso alabemos Su santo nombre.
Me gozare en el Señor y sólo a Él daré mi mejor alabanza, solo a Dios daré cántico nuevo y mi boca no callará delante de Él porque sus obras son maravillosa y su poder y su amor nos sostienen, oh demos gracias a Dios por este hecho, por esta maravilla de ser sus hijos.
En la antigüedad muchos reconocieron la gloria de Dios, pudieron ver los hechos maravillosos de Dios, vieron el poder de Dios manifestarse contra ejércitos, destruir todo lo que les hacía el frente. Este es Dios poderoso y sublime que merece toda la gloria y la honra.
1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo.
Salmos 100:1-2
Los versos anteriores nos hablan de alabar a Dios con regocijo, con cánticos de corazón, que cantemos alegres al Señor.
Seamos gratos delante de Dios, en armonía demos cánticos a Dios, y todos los días su alabanza esté en nuestras bocas. Dios es grande y poderoso. Sirvamos a Él con todo, y que nuestros corazones siempre estén dispuestos a alabar y exaltar a nuestro Dios.