En Dios alabaré su palabra

Por su santa palabra conocemos cada una de las cosas que fueron creadas por Dios; alabemos su nombre como nos dice su Palabra. La Biblia es el registro divino que nos revela no solo el origen del universo, sino también el carácter, la voluntad y el propósito de Dios para con la humanidad. Gracias a ella, sabemos que todo fue hecho por Él y para Él, y que cada criatura, grande o pequeña, existe para glorificar Su nombre.

A través de Su Palabra conocemos más y más de quién es nuestro Dios y el propósito para el que fuimos creados. No somos fruto del azar, sino obra de un Creador amoroso y sabio. Su Palabra nos muestra que fuimos creados para adorar, obedecer y vivir en comunión con Él. Cada vez que abrimos la Biblia, Dios mismo nos habla, corrige nuestro camino, consuela nuestras tristezas y fortalece nuestra fe.

Cantemos a Dios por esta buena obra de dejarnos Su Palabra como fuente viva, para que esa fuente pueda entrar en lo más profundo de nuestro ser, llegando al corazón y transformándolo. Ella limpia, renueva y cambia todo aquello que nos aparta de los caminos de Dios. La Escritura es luz que ilumina en medio de la oscuridad, espada que penetra el alma, y alimento que fortalece el espíritu.

En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré;
¿Qué puede hacerme el hombre?
Salmos 56:4

Este versículo nos recuerda que la Palabra de Dios es digna de alabanza y de confianza. David no solo alababa a Dios, sino que alababa Su Palabra, porque en ella encontraba consuelo, dirección y esperanza. Cuando confiamos en lo que Dios ha dicho, no hay temor que pueda dominarnos, ni hombre que pueda destruir nuestra fe.

A través de Sus santas palabras conocemos de qué forma debemos alabar a Dios, cómo debemos honrar Su nombre y ofrecerle gloria y poder. Demos gloria a Dios por habernos dejado estas verdades tan maravillosas para nutrirnos día a día. Su Palabra nos enseña lo que antes no podíamos entender; es el mismo Dios quien nos concede el entendimiento para comprenderla y aplicarla.

Si confiamos en Su Palabra, entonces estamos confiando en Dios, porque Él es quien nos la entregó. Él es la Palabra hecha carne, Él es la vida y en Él debemos confiar. Jesucristo mismo dijo: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Por eso, confiar en la Palabra es confiar en Cristo, obedecerla es obedecerlo a Él, y amarla es amar a Dios.

Debemos cantar salmos a Dios agradeciéndole por Su Palabra que nos acompaña siempre. Al leerla, escuchamos la voz de nuestro Padre celestial, que nos guía, nos redarguye y nos muestra el camino de la verdad. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, corregir, instruir y preparar nuestras vidas para toda buena obra (2 Timoteo 3:16).

Solo adoremos a Dios, dando a Él gloria y honra, entregándole lo mejor de nosotros. No dejemos de confiar en Su Palabra, y que nuestras alabanzas no cesen de nuestros labios, porque todo lo que tenemos se lo debemos a Él. Que cada día vivamos agradecidos por este tesoro celestial: Su Palabra santa, fiel y eterna.

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Exhortación a las naciones a alabar a Dios
Cantaré de Tu poder