Bendecid su nombre desde ahora y para siempre

No solo debemos adorar a Dios hoy o mañana, Él debe ser alabado siempre, desde el principio hasta el final. Solo adorar te hará ser más agradecido de Dios.

Por eso bendito sea mi Dios por siempre, que no cese esa adoración que sale del alma hacia nuestro Dios grande y fuerte, bendito seas por tu grandeza por tu poderío y por lo sublime que eres.

Oh, todos los reinos de la tierra den a Él gloria por siempre y para siempre, Él es nuestro Dios, a Él rindamos obediencia. Su santa presencia está siempre esta a nuestro alrededor y su voluntad nos ayuda a seguir adorando en todo momento.

Sea el nombre de Jehová bendito Desde ahora y para siempre.
Salmos 113:2

Que nuestras bocas nos se cansen de dar a el honor y gloria, al que es digno en majestad y que los cielos se estremecen cuando Él habla, Su trono está rodeado de truenos y sus ángeles adorarán por siempre y para siempre, porque Él es el que vive y reina por lo siglos de los siglos.

Las palabras que salen de su santa y bendita boca nos redimen y nos dan nuevas fuerzas, por eso demos a Él nuestra mejor alabanza con anhelo, con devoción, ofreciéndole toda nuestra alabanza con loor.

Pidamos a Dios cada día un espíritu de adoración o que más bien nos de nuevas fuerzas para levantar nuestras manos a Él, pues Él es Dios y a Él debemos dar lo mejor. Cuando su amor entra en cada uno de nuestros corazones, hace que provoque una adoración pura y eficaz.

Si adoras a Dios con todo tu corazón, tu alabanza te hará mas fuerte, porque cuando rendimos alabanza a Él, somos transformados, restaurados, y bendecidos en gran manera, porque al adorar a Dios se produce en nosotros paz y gozo porque con mucha alegría y gozo debemos alabar a nuestro Dios.


La adoración a Dios no debe tener límites ni condiciones. Adorar a Dios es una forma de reconocer su grandeza, su soberanía y su misericordia. No se trata únicamente de cantar o levantar las manos, sino de vivir cada día con un corazón agradecido, obediente y dispuesto a servir. La verdadera adoración nace del alma que ha experimentado el perdón y la gracia divina, del corazón que reconoce que sin Dios nada puede hacer.

Cuando el creyente aprende a adorar en medio de la prueba, demuestra su confianza en el Señor. Es en esos momentos difíciles donde la adoración se vuelve más valiosa, porque es una expresión de fe y esperanza. La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que adoraron en medio de la dificultad: Job adoró en su dolor, David adoró en su persecución, y Pablo y Silas adoraron aun estando en prisión. Ellos comprendieron que la adoración no depende de las circunstancias, sino del amor que sentimos por Dios.

Cada vez que adoramos sinceramente, nos acercamos más al corazón de Dios. En la adoración encontramos paz, dirección y propósito. Allí el Espíritu Santo nos fortalece y nos recuerda que no estamos solos. Por eso, no debemos reservar nuestra alabanza para el domingo o para los momentos de victoria, sino hacerlo continuamente, en todo tiempo y lugar.

La adoración transforma el ambiente, cambia el corazón y nos llena de esperanza. Es un estilo de vida que glorifica a Dios y testifica al mundo que Él vive y reina. Por eso, aunque los días sean oscuros, levantemos nuestras voces y declaremos que el nombre del Señor es bendito, que su misericordia es eterna y su amor no tiene fin.

Conclusión

Adorar a Dios es más que un acto, es una actitud del corazón. Es reconocer que todo lo que somos y tenemos proviene de Él. Que nuestra vida entera sea una alabanza continua, que nuestras palabras, pensamientos y acciones glorifiquen su nombre. Porque cuando aprendemos a vivir en adoración constante, Dios se manifiesta con poder, renueva nuestras fuerzas y nos llena de su perfecta paz. Que cada día sea una oportunidad para exaltar al Señor y bendecir su santo nombre por los siglos de los siglos. Amén.

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Alaba a Dios porque Él es grande
Alabad a Dios porque su fidelidad es para siempre