Bendecid a nuestro Dios

Por qué no bendecir a nuestro Dios, si Él siempre ha sido bueno con nosotros, Él es aquel que creó todo lo que está a nuestro alrededor, su diestra nos sostiene.

Él merece todo de nosotros, que Él sea exaltado por todos los confines de la tierra, que anunciemos por el mundo entero de su gran poder y majestad, que Él es Dios no hay otro como Él.

Bendecid con cánticos de alegría a nuestro Dios porque Él vive y reina para siempre, Él habita en los cielos, Él es el cordero que fue inmolado en la cruz, y que día tras día está atento a su pueblo, por eso mi alma debe darle honor y gloria.

Que mi cántico sea un cántico de gran gozo, alabando a mi Dios, que con mi canto demuestre que Dios debe ser honrado con mi mejor alabanza.

Mirad, bendecid a Jehová, Vosotros todos los siervos de Jehová, Los que en la casa de Jehová estáis por las noches. Salmos 134:1

Al alabarle y cantarle con alegría decimos que Él nos produce esa alegría que corre por todo nuestro interior.

No nos enfoquemos en la dificultad sólo levantemos nuestras manos y digamos al Señor lo importante que Él es para nosotros. Dios por encima de todo los dioses falsos que no pueden hacer nada. Dios sigue siendo Dios, Él es real y a Él debemos brindarle toda buena adoración que venga del alma, mente y corazón.

Tenemos un privilegio tan grande que Dios no vio la falla que íbamos a cometer, sino que Dios nos escogió y a la vez tuvo misericordia de nosotros, y por eso Él es y ha sido bondadoso en gran manera con cada uno de los seres creados por Él.

Alabar a Dios es un acto de gratitud

Cada vez que levantamos nuestras manos o entonamos un cántico, estamos reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Él. La alabanza no es solo una costumbre dominical, sino una expresión constante de agradecimiento. Cuando adoramos a Dios con sinceridad, nuestros corazones se alinean con su voluntad y encontramos paz en medio de cualquier circunstancia. No hay situación difícil que no pueda ser transformada por la presencia de Dios en medio de la adoración.

El Señor se agrada cuando su pueblo lo alaba con gozo, sin hipocresía ni apariencia, sino con un corazón dispuesto. Él busca adoradores en espíritu y en verdad (Juan 4:23), personas que reconozcan su grandeza no solo con palabras, sino con una vida consagrada y obediente.

Dios habita en medio de la alabanza

La Biblia declara que Dios habita en medio de las alabanzas de su pueblo (Salmo 22:3). Esto significa que cuando lo adoramos, su presencia se manifiesta en nuestras vidas. No hay alabanza sincera que no atraiga la presencia del Señor. Cuando cantamos con todo el corazón, cuando oramos con fe, estamos invitando al Dios del universo a morar entre nosotros. Y su presencia trae libertad, sanidad, gozo y restauración.

A través de la adoración también aprendemos a depender más de Él. En lugar de enfocarnos en nuestros problemas, nuestros ojos se fijan en el poder de Dios, y eso cambia nuestra perspectiva. La adoración no solo honra al Creador, sino que transforma al adorador.

La adoración verdadera nace del corazón

No se trata de cuán fuerte cantamos o cuántas veces repetimos una canción, sino del corazón con el que lo hacemos. La verdadera adoración nace de una relación viva con Dios. Cuando hemos experimentado su amor y su perdón, no podemos quedarnos callados; nuestras palabras y acciones se convierten en una continua ofrenda de alabanza.

Muchas veces creemos que adorar es solo cantar, pero la adoración va más allá. Es servir a otros con amor, obedecer su Palabra y vivir con humildad delante de Él. Cada gesto de compasión, cada oración, cada sacrificio hecho por amor a Dios, es una forma de adoración que Él recibe con agrado.

Conclusión

Bendecir a Dios es reconocer que Él es el centro de nuestra existencia. Nada ni nadie merece nuestra adoración como Él. Su bondad, misericordia y fidelidad son eternas, y por eso debemos vivir agradecidos. Que cada día sea una oportunidad para levantar nuestra voz en gratitud y alabanza, no solo con palabras, sino con hechos. Cuando el corazón se rinde ante su presencia, la vida entera se convierte en una canción de adoración.

Que hoy y siempre podamos decir: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmo 34:1). Que nuestras vidas sean un testimonio vivo de que Dios es bueno y digno de toda honra, gloria y alabanza.

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