¿Cuáles instrumentos musicales debemos de usar para la adoración?

La Biblia no tiene prohibiciones sobre el uso de los instrumentos, más bien nos muestra a lo largo de sus páginas un sinnúmero de ellos con los cuales el pueblo de Dios ha rendido alabanza a su Creador. Desde los tiempos antiguos, los israelitas utilizaron instrumentos de cuerda, de viento y de percusión para celebrar las victorias del Señor y expresar su gratitud. La misma Escritura declara: “Todo lo que respira alabe a Jehová”. Esta afirmación nos recuerda que la adoración no se limita a un tipo de sonido ni a una forma específica, sino que abarca todo aquello que proviene de un corazón sincero que desea exaltar al Altísimo.

Al día de hoy, algunas denominaciones cristianas mantienen restricciones sobre los instrumentos que deben usarse en la iglesia, llegando incluso a convertir esas normas humanas en mandamientos divinos, como si fueran parte de la revelación bíblica. Pero debemos tener mucho cuidado con esto. La Palabra de Dios nos advierte que no debemos añadir ni quitar nada de lo que Él ha establecido. Cuando imponemos reglas que la Biblia no ordena, corremos el riesgo de caer en legalismo, alejándonos de la verdadera libertad del Espíritu Santo que guía nuestra adoración.

El Salmo 150 es el ejemplo más claro y hermoso de la amplitud musical que el Señor permite en la alabanza:

1 Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento.

2 Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.

3 Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa.

4 Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas.

5 Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo.

6 Todo lo que respira alabe a JAH. ¡Aleluya!

Este pasaje no solo menciona varios instrumentos, sino que los aprueba como medios válidos para adorar a Dios. Cada uno de ellos tiene un sonido distinto, pero juntos producen una sinfonía que refleja la diversidad y la belleza de la creación. Dios no busca uniformidad musical, sino corazones rendidos que le alaben con gozo y reverencia.

Sin embargo, entre muchas iglesias evangélicas de hoy existe una lucha constante acerca de cuáles instrumentos son apropiados para la alabanza. Algunos sostienen que tocar batería es pecado; otros rechazan la guitarra eléctrica o el bajo; mientras que otros permiten todos los instrumentos disponibles, siempre que sean usados con propósito santo. Pero, en realidad, como afirmamos más arriba, no hay ninguna prohibición en las Escrituras respecto a qué instrumentos pueden o no emplearse. La Biblia no condena el sonido, sino el desorden y la falta de reverencia. Muchas veces nos enredamos en guerras teológicas que solo generan división y no edifican al cuerpo de Cristo. Esas discusiones estériles desvían nuestra mirada del verdadero enfoque: adorar a Dios en espíritu y en verdad.

Toda nuestra música debe ofrecerse con orden y discernimiento, independientemente de los instrumentos utilizados. No se trata de cuántos o cuáles instrumentos tengamos, sino de cómo los usamos. En algunas congregaciones, ciertos músicos tocan con tanto desenfreno que la adoración pierde su sentido espiritual y parece más una fiesta mundana. Por eso, la prudencia es necesaria. La alabanza no debe convertirse en espectáculo, sino en ofrenda grata al Señor. La música debe llevarnos a la adoración, no al entretenimiento.

En conclusión, todos los instrumentos son buenos y pueden ser usados para glorificar a Dios cuando el corazón del adorador está alineado con Su voluntad. Las Escrituras no establecen límites musicales, sino principios de reverencia, santidad y gozo. Que nunca olvidemos que lo más importante no es el instrumento en nuestras manos, sino la actitud del corazón. Que cada nota, cada melodía y cada voz sean ofrecidas al Creador con humildad y gratitud, recordando siempre esta poderosa declaración: “Todo lo que respira alabe a JAH”.

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