Icono del sitio Mi Mejor Alabanza

Aún pecadores, Cristo murió por nosotros

En este escrito Pablo describe la grandeza de Dios, este amor es dado a los que no lo merecen, aquellos débiles, impíos, a los pecadores. El Apóstol Pablo enfatiza en que la razones del amor de Dios, se encuentra en Él, no en nosotros.

Pablo en sus dos primeros capítulos y medio del libro de Romano, hablando de que este sacrificio que hizo nuestro Señor fue por todos, por hombres impíos, malvados y por aquellos débiles. Nuestro Señor fue en enviado y crucificado por cada unos de nosotros.

Es claro que este sacrificio hecho por nuestro Señor Jesus, no fue en vano, ya que fue por aquellos pecadores, por impíos y malvados.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8

Él se entregó aun nosotros siendo pecadores, sin merecerlo hemos sido privilegiados por este grande sacrificio el cual ha marcado a toda la humanidad, es por eso que vemos lo que el Apóstol Pablo dice en este capítulo.

Estábamos perdidos, pero debido a que nuestro Señor tenía un plan, este plan y esta acción era enviar a Su hijo para librarnos del pecado y de la muerte. Valoremos este sacrificio y el amor que tiene nuestro Dios por nosotros, sigamos adelante y demos gracias por nuestro Dios y salvador.

Cuando Pablo escribe la carta a los Romanos, lo hace con un profundo deseo de que la iglesia comprendiera la magnitud del plan de salvación. Él no se limitó a dar un mensaje superficial, sino que explicó con claridad cómo la humanidad entera, desde su condición pecadora, fue alcanzada por una gracia inmerecida. Esta es la esencia del evangelio: Dios mostrando Su amor a personas incapaces de salvarse por sus propias obras.

Es por eso que Pablo recalca que Cristo murió por los impíos, no por los justos. La humanidad no podía ofrecer nada a cambio, no tenía fuerzas espirituales, ni justicia propia, ni obras que presentar como mérito. Aún así, Dios decidió actuar en favor del ser humano. Cuando Pablo menciona que Cristo murió por nosotros «siendo aún pecadores», está destacando la iniciativa divina. Dios no esperó a que cambiáramos para entonces extender Su amor; fue precisamente en nuestro peor momento cuando Él decidió salvarnos.

Este mensaje no solo fue importante para la iglesia de Roma, sino que sigue siendo vital para nosotros hoy. Vivimos en un mundo donde muchas personas creen que deben alcanzar cierto nivel de perfección para acercarse a Dios. Sin embargo, Romanos 5:8 nos recuerda que Dios obra al revés de los criterios humanos: Él nos amó primero, antes de que pudiéramos dar el primer paso hacia Él. Ese amor no está condicionado por nuestra conducta, sino que brota de Su carácter perfecto y misericordioso.

Además, Pablo revela que este sacrificio produce efectos reales en la vida del creyente. No solo fuimos perdonados, sino reconciliados y justificados. La cruz de Cristo no es un símbolo vacío, sino una demostración del poder de Dios para transformar vidas. Gracias a ese sacrificio hoy podemos vivir con esperanza, sabiendo que nuestra salvación es firme porque no depende de nuestra capacidad, sino del amor y la fidelidad de Dios.

Al reflexionar en este pasaje, también somos llamados a valorar el precio de nuestra redención. Jesús no murió solo para librarnos del castigo eterno, sino para darnos una nueva vida aquí y ahora. Este amor nos invita a responder con gratitud, obediencia y devoción. No como un intento de pagar algo imposible de pagar, sino como una expresión de gratitud hacia Aquel que nos amó primero.

Por tanto, cuando recordamos que Cristo murió por nosotros siendo aún pecadores, nuestra fe se fortalece. En momentos de debilidad, tentación o culpa, podemos volver a este versículo para recordar que Dios no nos ama por nuestros logros, sino por Su gracia. Y si Él nos amó en nuestro peor estado, cuánto más estará dispuesto a sostenernos ahora que somos Sus hijos.

Que este recordatorio eterno del amor de Dios nos impulse a vivir con humildad, dependencia y gratitud. Sigamos meditando en esta verdad gloriosa: Cristo tomó nuestro lugar y abrió un camino de salvación para todos aquellos que creen en Él.

Muéstrame Tus caminos, Señor
Una herencia incorruptible reservada para ti
Salir de la versión móvil